Se cumplen dos décadas del ascenso que cambió la historia del Levante

Los ‘granotas’ recuerdan la irrepetible vuelta a Primera División, tras casi cuarenta años sin pisar la élite y bajo el inigualable legado de Preciado

El ya fallecido Manolo Preciado, en la imagen que se convirtió en icono del ascenso del Levante a primera en 2004. | I. HERNÁNDEZ

El ya fallecido Manolo Preciado, en la imagen que se convirtió en icono del ascenso del Levante a primera en 2004. | I. HERNÁNDEZ

Rafa Esteve

«No somos muy conscientes de lo que hemos hecho». Sin asimilar lo sucedido, Manolo Preciado expresó sus sentimientos en la fuente de las Cuatro Estaciones, a los micrófonos de Canal 9, tras llegar a València desde Jerez. Fue tan anhelado y ansiado el ascenso del Levante a la élite durante tantos años que, una vez lo consiguió parecía un sueño. Sin embargo, la realidad superó a las ilusiones y al ideal de cualquier granota que, en sus mejores fantasías, imaginó con subir a la categoría en la que compiten los mejores.

El campo de Chapín forma parte de la eternidad levantinista después de que el Levante ascendiese a Primera División tal día como hoy hace 20 años. El 5 de junio de 2004, el combinado liderado por Manolo Preciado venció, con remontada incluida, al Xerez CF (2-1) y puso el colofón a un año para el recuerdo, donde los momentos son inigualables, hasta el punto de que es muy difícil quedarse con uno en concreto. «Me acuerdo mucho de ese día, del partido de antes en Cádiz, del gol que meto contra el Tenerife en casa, en un momento en el que Manolo no tenía discusión en el equipo, pero que cosechó una racha que generó ruido fuera, de la celebración en València con todos los compañeros… Sinceramente, he pasado por momentos del fútbol muy buenos, pero lo que viví en el Levante lo conservo como un regalo que me ha dado el fútbol. Por cómo lo viví, y con quién lo viví, me considero un verdadero afortunado», relató Jofre Mateu, jugador del Levante desde 2002 hasta 2005, para Superdeporte.

La planificación giró en torno a una plantilla aspirante a subir a la élite del fútbol español, pero la clave residió en la figura de Manolo Preciado. Su ascenso no se entiende sin su aportación. «La temporada fue más complicada de lo que parece. Todo el mundo nos puso como favoritos por los fichajes que habíamos hecho. Sabíamos que había buen equipo, pero hubo un momento en el que bajamos de los puestos de ascenso. En ese momento el equipo se unió gracias a Manolo. Cualquier jugador le dio importancia máxima», comentó Rivera en Superdeporte.

De hecho, Jofre sintió el pálpito de que iba a ser un gran año desde Biescas, lugar donde no solo el Levante realizó la pretemporada, sino donde se empezó a cocinar un equipo indestructible. Preciado se rodeó de un vestuario que destacó por su humanidad y por ser muy buena gente, pero su gestión, su mano izquierda y su naturalidad provocó que todos se dejasen la piel sobre el verde.

«Teníamos mucho talento y mucha calidad. Preciado no quería que perdiéramos el tiempo tocando el balón en nuestro campo y sí en el contrario», aseguró Vicente Blanco ‘Tito’ en Superdeporte, al que firmar por el Levante le cambió la vida. «Venía de ascender con el Murcia y me fui un poco enfadado. Pensé que merecía una oferta acorde a mi rendimiento y apareció el Levante. No dudé ni un segundo. Irme a València, y subir con el Levante, me cambió la vida».

La final de Jerez

Aquel 5 de junio de 2004 fue catalogado como una final. Más de 2000 aficionados granotas se desplazaron a tierras andaluzas para vivir un auténtico hito. Los de Manolo Preciado tenían tres jornadas para alcanzar el cielo, pero quisieron finiquitarlo en la antepenúltima fecha de campeonato. El destino decidió que la escalada hacia la cima comenzase de manera torcido, ya que el Xerez, en la segunda parte, se adelantó en el marcador por mediación de Canito. Pese a ello, ningún futbolista dudó de sus posibilidades. «Íbamos confiados, pero con nervios porque sabíamos que era un día grande. En ese momento éramos imparables. Un gol no nos hacía daño. Sabíamos que lo íbamos a levantar. Si hubiese hecho falta un gol más, lo hubiéramos hecho. Fuimos a Chapín a ascender. Quedaban dos jornadas, pero la mentalidad fue de final, de que se tenía que acabar ahí», comentó Jofre Mateu en Superdeporte.

Reggi, picando el esférico por encima del guardameta rival, enloqueció a una grada visitante que, instantes después, celebró el momento en el que Echave derribó al argentino dentro del área y el colegiado señaló pena máxima. Rivera, encargado de lanzar ese penalti, sintió una responsabilidad enorme, pero no le pesó para ejecutar un lanzamiento que, según indica el eterno ‘8’ granota en Superdeporte, fue anotado por todos. «Marqué yo el penalti, pero ese gol lo anotó todo el mundo. Desde pretemporada los había tirado. Ese año nos pitaron alrededor de cinco y no había fallado ninguno. Pensé que si había metido los demás, ese también lo iba a marcar. En el momento que cogí el balón no se me pasó por la cabeza que fuera a fallarlo. Sentí mucha responsabilidad, pero cuando entró, el alivio fue muy grande», dijo un Rivera que, al igual que todo el levantinismo, nunca olvidará la celebración del ascenso de 2004. «A cada sitio al que fuimos estaba lleno de gente, que animaba y que lo sentía mucho. Sobre todo, gente joven que hablaba de sus abuelos o de sus padres, que fueron los encargados de, sin ser de un equipo de primera línea, inculcar y mantener ese sentimiento».

Veinte años después del ascenso, todo el mundo recuerda cómo el Levante terminó con sus tiempos de tristeza y penuria bajo la identidad y el sello inconfundible de Manolo Preciado. Sin embargo, una mala racha de resultados estuvo cerca de romper las sinergias de una plantilla que siempre dio la cara por su entrenador. José Gómez, actual delegado del primer equipo masculino, y preparador físico en dicho cuerpo técnico, vivió de cerca una situación que, en vez de quebrar los ánimos, reforzó al vestuario. «Estuvo cuestionado porque los resultados no acompañaban, pero todo el vestuario estaba con él. Esas semanas, en las que estaba cuestionado, sonaba Mané. Recuerdo que si se perdía en Eibar sería destituido y caímos 2-0. Sin embargo, la directiva no lo cesó. Como estábamos hospedados en Bilbao, había quedado con él porque teníamos relación y se lo dije a Preciado. Que si no le importaba, estaría con nosotros para hablar. Mané le dijo que nadie le había llamado, y que si le llamaban, sería el primer en saberlo. Fue un detalle de los que gustan», aseguró José en Superdeporte.

«Preciado destacaba en la gestión. Tenía a todos contentos e implicados. Además, trataba muy bien a los que jugaban menos. Se preocupaba de temas personales. Tenía buena relación con novias, mujeres, y abarcaba la vida del futbolistas. Tenía a todos ganados. En Copa participaban los menos habituales y cumplió su palabra, incluso cuando el Levante se enfrentó al Barça. Fue un año espectacular en todos los sentidos», siguió el actual delegado. Por ello, su no continuidad será una deuda histórica del club, al igual que una espina de grandes dimensiones para un equipo que quiso competir en la élite bajo la dirección de Preciado. No obstante, nadie olvidará un ascenso que cumple veinte años y sigue despertando emociones indescriptibles.