Cuando luchaba contra la enfermedad, en las largas noches de insomnio, Federico Ibáñez Soler escribió en WhatsApp una fábula sobre el Portitxol de Xàbia, el paraje al que se había retirado junto a su compañera, Esperanza Morais. Fue su primer librito. Tras una vida entre libros, el editor sorprendía a propios y extraños con un cuento protagonizado por él mismo y por el silvano (un semidiós) Portícolo, guardián del espíritu del Portitxol. Ese librito adquiere ahora todo su sentido. Federico Ibáñez falleció el sábado en Xàbia. Se fundió en ese deslumbrante paisaje del Portitxol, surcado de bancales de antiguos cultivos de moscatel, cerrado por el Cap de Sant Martí y el Cap Negre y que se asoma a l'Illa.

Nacido en Valencia en 1946, Federico Ibáñez fue un apasionado de los libros. Dirigió la editorial Castalia, que fundaron su abuelo Manuel y su madre, Amparo Soler. Difundió las obras cumbre de la literatura española en la imprescindible colección de Clásicos Castalia. El pasado 20 de mayo, cuando este diario habló con Federico Ibáñez en su casa del Portitxol, el editor devoraba el último libro de José Manuel Caballero Bonald y tenía sobre la mesa del porche un gran volumen de los Clásicos Castalia. Nunca se apagó su pasión por los libros.

Su compromiso político también fue inquebrantable. Fue director general del libro entre 1990 y 1993. Jordi Solé Tura, entonces ministro de Cultura y gran amigo de Federico Ibáñez, lo quiso a su lado. Realizó una importantísima labor de promoción de la lectura. Socialista hasta la médula, llegó a presidir el gremio de editores. Él se reía al recordar cómo un socialista había llegado a dirigir la patronal del libro. Ese hecho confirma la admiración que despertaba incluso en sus colegas más inclinados al negocio.

Federico deja una legión de amigos en Xàbia. El acto íntimo de presentación de su "La decisión de Portícolo, el silvano", el librito alegre, divertido y combativo (defiende a ultranza la belleza del Portitxol), que tuvo lugar hace ahora un mes, se convirtió en un homenaje sencillo. Estuvieron, entre otros, la escritora Pepa Guardiola, el alcalde José Chulvi, que recalcó que acudió como amigo (Federico formó parte de su candidatura), o sus colegas de la Fundació Cirne Antoni Espinós y Enric Martínez.