Con el tiempo, los historiadores echarán la vista atrás y coincidirán en que la revolución más potente que ha sufrido la Marina Alta en toda su historia es la del paisaje. Y se ha llevado a cabo en un periodo de tiempo relativamente corto. Cuatro décadas, quizás cinco, han bastado para transformar el litoral de la comarca. El urbanismo turístico y la llegada de residentes europeos han alentado ese gran cambio.

Una exposición que se puede contemplar ahora en el Mercat Municipal del Poble Nou de Benitatxell ilustra perfectamente esa transformación. El arquitecto murciano Pedro Cascales ha donado al ayuntamiento de este municipio las fotografías que tomó en 1973 del Puig Llorença y de los acantilados del Moraig. No había chalés ni hileras de adosados, es evidente. Pero tampoco existía la actual playa. El Moraig está considerada hoy como una de las calas naturales más espectaculares de la costa española. Pero tiene cuatro días. Fue precisamente en 1973 cuando se dinamitó el acantilado para abrir una carretera y «fabricar» la playa de cantos rodados.

Cascales era entonces becario de la Politècnica de València. Colaboró con los arquitectos del plan parcial de la Cumbre del Sol a planificar la urbanización que, en estos 44 años, ha ido ocupando las laderas de la montaña litoral del Puig Llorença. El plan parcial introducía conceptos residenciales muy innovadores. Importaba el modelo de las viviendas con jardín, piscina y garaje del extrarradio de las ciudades norteamericanas. Esos chalés estaban destinados a la clase media.

El impacto paisajístico de las cuatro décadas largas de desarrollo de este plan parcial salta a la vista. En la imagen de 1973, la montaña estaba pelada. Se divisaban las antiguas terrazas de cultivo y los muros de piedra en seco (otra revolución paisajística en la Marina Alta). Pero esta montaña era tan reseca y áspera que cultivarla resultaba heroico. Ahora, dominan los chalés, que lindan con el paraje calcinado de la Granadella de Xàbia (ardió por completo el pasado mes se septiembre).

Las fotografías reflejan perfectamente los cambios territoriales que ha experimentado la comarca en un periodo de tiempo relativamente corto. Denostada por su impacto paisajístico, la Cumbre del Sol sí ha resuelto cuestiones como la del alcantarillado. Todos los chalés lo tienen. Las líneas eléctricas también están soterradas. Otros pueblos mantienen miles de casas dispersas con contaminantes fosas sépticas.