Vinos que no engañan. Singulares y de pueblo. El Riurau del Senyoret de Jesús Pobre, catedral de la pasa y ahora «ágora de la sociedad civil» (eso dijo ayer el alcalde, Javier Scotto), también se ha convertido en un templo del reivindicado vino del terreno. Por el riurau han pasado desde el sábado cientos de personas. Ha acogido la segunda «Mostra de Vins Singulars i de Poble». La jornada de ayer, dedicada a la hostelería, logró el propósito de que los restauradores descubrieran bodegas especiales y vinos de autor y territorio. Esta muestra es ideal para que productores que tienen dificultad para entrar en los circuitos de distribución traben contacto con los restaurantes.

La presidenta de la Associació de Vins Singulars i de Poble de la Marina Alta, Mara Bañó, destacó que el certamen hace visible «todo el trabajo que se hace en el bancal y en la bodega». Destacó el éxito de la Pink Party, una fiesta que el sábado descubrió el vino rosado, de paladar más fácil, a los jóvenes.

Los secretarios autonómicos de Turismo, Francesc Colomer, y de Agricultura, Francisco Rodríguez Mulero, visitaron ayer la muestra. Han participado 31 bodegas singulares. De la Marina Alta, estuvieron Joan de la Casa, de Benissa; Les Freses, de Jesús Pobre; el Biomoscatell, del Poble Nou de Benitatxell; M de Alejandría y Uvas Cabrera, también ambas de Benissa. Esta muestra también atrae a bodegas de otros países. Han participado D´Arenberg, de Australia; Yealands Family Wines, de Marlborough (Nueva Zelanda), y Mas de Daumas Gassac, del Languedoc (Francia).