Los «mojiteros» han descubierto la playa del Arenal de Xàbia. Pero han perdido más que ganado. Estos vendedores ambulantes recorren la playa bandeja en mano. Ofrecen mojitos. Está prohibido. Pero se aprovechan de que los bañistas, a pleno sol, están sedientos; que, de repente, se les aparezca un camarero con bebidas frescas es como que se haga realidad el espejismo del oasis en el desierto. Pero este negocio ilegal no hará camino en Xàbia. La Policía Local ha multado este fin de semana a dos «mojiteros». La sanción para cada uno de ellos es de 150 euros.

En las playas, la sanción es efectiva. El ayuntamiento espera que los «mojiteros» ya no asomen por el Arenal y que este negocio clandestino tampoco llegue a otras playas.

La multa ya funcionó el pasado verano a la hora de cortar por lo sano las imprudencias de los bañistas. Xàbia empezó a multar a los turistas que se lanzaban al mar cuando había temporal y ondeaba la bandera roja. La sanción fue de 750 euros. Se insistió en que los bañistas temerarios no sólo ponían en peligro sus vidas, sino también las de los socorristas que se tiraban a socorrerlos.

Mientras, este pasado fin de semana las playas de la Marina Alta ya se llenaron de bañistas. Las de Dénia recuperaron ayer la normalidad tras la alerta del sábado al hallarse mar adentro cuatro ejemplares de carabelas portuguesas. Ayer se izó la bandera verde en todas las playas excepto en les Marines, donde ondeó la amarilla por el fuerte viento.

Las playas atraen a turistas, claro está, pero en este inicio del verano nada le hace sombra a las calas. Ni el Mundial. La avalancha de turistas ha provocado este fin de semana caos de coches en tres de las calas más de moda, las de la Barraca (o Portitxol), Ambolo y la Granadella. Las tres están en el litoral de Xàbia. Los problemas más graves se están produciendo este año en la Barraca. Los automóviles estaban aparcados sobre las aceras y en cualquier hueco. También ocupaban ambos lados de la calle que baja a la playa. La rotonda creada ahora por el ayuntamiento para mitigar un poco el colapso hace papel, pero la calle, con tanto coche aparcado, se queda estrecha y no hay sitio para que pasen dos vehículos.

Mientras, en la Granadella, que en los próximos días se cerrará a los coches (se hará cuando ya entre en marcha el trenet turístico que bajará a los turistas), los bañistas aparcaron ya hasta bastante arriba del vial Pic Tort, que es el que sube en zigzag por la ladera de la cala.

Y en Ambolo la policía local ya no puede poner más señales de prohibido en el inicio de la calle que baja a la playa. Sólo pueden acceder los residentes. Pero muchos bañistas se cuelan con sus coches y aparcan en este vial pese a que está prohibido.