La construcción de chalés en los acantilados de Xàbia no para. Además, los nuevos chalés compiten por arrimarse más y más al abismo. El urbanismo avanza sin vértigo. El debate sobre la idoneidad de ese modelo no va al mismo ritmo. En la campaña electoral, nadie dedica ni un minuto a reflexionar sobre los chalés de lujo que desafían la fuerza de la gravedad.

Ahora uno de esos chalés que se construyen en los acantilados ha llevado al extremo lo de pegarse al precipicio. La vivienda, que todavía no está terminada, corona el acantilado de la Falzia (está cerca del mirador que se asoma a l'Illa del Portitxol y a la playa de la Barraca). La terraza está cerrada con una barandilla de cristal. En su parte exterior, hay una especie de voladizo que hace, desde luego, honor a su nombre. Está suspendido del vacío. Y este acantilado está cortado a pico. Es una pared vertical de unos 200 metros. El chalé no es para propietarios con miedo a las alturas.

La casa se ha construido sobre una coronación de piedra. Pero a apenas diez metros de la vivienda el acantilado ya se muestra tremendamente inestable. De hecho, las recientes lluvias torrenciales han provocado aquí un gran derrumbe de piedra y tierra. Ese material ha caído hasta la orilla, que ha quedado sepultada. No es el primer desprendimiento que sufre este tramo costero, donde hace unos años se vino abajo la piscina de un chalé en construcción. Todavía ayer chorreaba agua del precipicio (y las lluvias fueron hace ya un mes largo). Las precipitaciones torrenciales causan fenómenos potentes de erosión. Pero luego, esas filtraciones que afloran en el acantilado siguen royendo este abrupto litoral.

Pescadores de la playa de la Barraca preguntados ayer por ese último derrumbe precisaron que fue tan potente que tiñó de marrón el mar. Además de la gran cantidad de material que ha enterrado la orilla, se ve en el cortado el bocado que ha sufrido el acantilado al desgajarse las rocas.

También ahora se ha hundido un humilde «casup» de pescadores. No es de los que los turistas fotografían a todas horas, a diferencia de lo que pasa con los chalés de lujo en Xàbia. No obstante, la playa de la Barraca es famosa por esas casitas de pescadores, blancas y de puertas y ventanas azules que ahora triunfan en las redes sociales. La que ha quedado reducida a escombros está próxima al restaurante de la Barraca. Perteneció a un vecino de Gata que falleció hace un par de años. Desde entonces estaba abandonada.