El Museu de la Mar de Dénia abrió sus puertas en la tarde de ayer y se convirtió en el camarote de los hermanos Marx. Fue un río de gente. Imposible admirar las colecciones con tranquilidad. Todo eran apreturas. La antigua lonja, ahora maravillosamente rehabilitada, estaba de bote en bote. A tope de visitantes.

Pero ya se intuía que este lugar es el de los prodigios marinos. Dénia guardaba una impresionante colección de arqueología subacuática. El director del museo arqueológico, Josep A. Gisbert, recordó que el primer catálogo de ánforas lo hizo en 1981. Ahora, en el Museo de la Mar, se muestran más de 70. La más antigua es la masolítica datada en el siglo IV a. de C. (de época púnica); se utilizó para transportar vino.

Gisbert apuntó que el nuevo museo alberga más de 400 piezas. Todas tienen una historia apasionante. El mar lo es. Ya lo dijeron Plutarco y luego Pesoa: "Navegar es necesario, vivir no lo es".

El concejal de Cultura en funciones y anoche alcalde accidental, Rafa Carrió, recordó que desde 1999, cuando se inauguró el Museu del Joguet, Dénia no abría un nuevo espacio museístico. Y anunció que está al caer el Museu de la Ciutat (en la rehabilitada Casa de la Marquesa de Valero de Palma).

El alcalde, Vicent Grimalt, recién aterrizado de la asamblea de Ciudades Creativas de la Unesco (de ahí que estuviera de munícipe accidental Carrió), agradeció todas las donaciones que han realizado los vecinos. El Museu de la Mar se nutre, de hecho, de aportaciones de familias que han decidido que ánforas y hallazgos que guardaban en sus casas estén ahora a la vista de todo el mundo y acrecienten la potencia cultural y patrimonial de Dénia.

Fue abrir sus puertas y quedarse ya pequeño. La antigua lonja es un contenedor excelente, pero la historia marinera de Dénia rebosa esas cuatro paredes. Además, Gisbert advirtió otro problemilla. Los grandes ventanales dejan pasar un chorro de luz. Y no es bueno para las obras pictóricas. Pueden exponerse unos días, pero luego hay que devolverlas a espacios de iluminación más tenue. Pero la ocasión de ayer merecía mostrar tesoros (la exposición inaugural se llama, de hecho, "els tresors de la mar de Dénia"). Se destapó una magnífica acuarela de 1965 de Vicente Castañer titulada "llonja de peix i pescadors de Dénia". Otra joya del museo es la cabina del capitán de un antiguo clíper. Se ha conservado madera a madera.