La acción de clavetear debe tener un eco fúnebre para los británicos. Charles Dickens, en su «Cuento de Navidad» (lectura recomendadísima para estos días), ya reflexionaba sobre la expresión de «estar tan muerto como el clavo de una puerta». En Xàbia, donde hay una numerosa colonia británica, se ha puesto de moda clavar en los bancos de los miradores públicos de los acantilados placas en recuerdo de los finados. En el mirador del Cap Negre, que se asoma a l’Illa y la costa del Portitxol y al mar infinito, se ha tachonado hace poco una plaquita dorada en homenaje a Norman, de 84 años, y Edie, de 79, fallecidos ambos en este funesto 2020. Se puede leer un cariñoso epitafio: «Dos caras de la misma moneda (es decir, esta pareja eran uña y carne). Estaréis siempre en nuestros corazones».

En este banco público, reposa ahora la eternidad. Guarda el recuerdo de dos residentes británicos fallecidos en Xàbia y que debían sentir un vínculo especial con el Cap Negre y el «sagrado» paisaje que se atisba desde aquí. De hecho, estos memoriales suelen erigirse en lugares venerados por la persona que ha fallecido.

Eso sí, a los turistas que son ajenos a esta tradición les suele extrañar que el banco en el que se sientan a descansar y admirar el horizonte tenga inclinación fúnebre.

Al menos esta plaquita es bastante discreta. Hace cuatro años se construyó en banco de obra en otro espectacular mirador de Xàbia, el del Cap de la Nau. También era un homenaje póstumo. Y se colocó la foto del finado y un epitafio.