A los cinéfilos, la escena seguro que les ha traído a la memoria aquel angustioso cortometraje de 1972 de Antonio Mercero. Se titulaba "La cabina". José Luis López Vázquez entraba a llamar por teléfono y quedaba atrapado. Al final (perdón por destripar el desenlace), una grúa se llevaba la cabina con el aterrorizado protagonista dentro. Ya nunca no fue lo mismo meterse en una cabina de teléfono. Daba un pelín de canguelo.

Hoy también una grúa se ha llevado las dos últimas cabinas (en puridad, son ya los más modernos postes de teléfono) del Poble Nou de Benitatxell. Acaba una era. La situada en la calle de les Capelletes era una birria. Pero la de la calle Pou todavía daba línea. Y en su interior quedaba algo de calderilla. El técnico de Telefónica Antonio Lago se ha sorprendido al encontrar unos céntimos en un dispositivo que ya no usa ni el tato.

Pero este mismo operario sí ha comentado que, "en ciudades grandes como Elx, Alicante, Orihuela, Murcia o Cartagena", todavía quedan cabinas. Están en estaciones de autobuses y junto a hospitales y todavía hay algún ciudadano renuente a los móviles que descuelga el auricular. Antonio, el técnico que ha retirado las cabinas de Benitatxell, ha augurado que el oficio de encargarse del mantenimiento de estos teléfonos públicos también acabará desapareciendo. "Éramos más de cien técnicos en toda España y ahora ya solo quedamos diez".

La verdad es que da un poco de nostalgia que las cabinas que han salido en mil películas se volaticen de las calles. Pero se han convertido en un estorbo. Los nuevos urbanistas quieren aceras y plazas libres de obstáculos. Las cabinas ya son historia. Al menos en el Poble Nou de Benitatxell.