«Cuando llegué el sábado por la mañana, lo encontré todo arrasado. Este año habíamos plantado 15.000 cebollas. Como mucho podremos salvar 4.000. Un desastre. No vamos a sacar ni para pagar el guano». Carlos Sendra había mantenido hasta ahora a los jabalíes a raya. Pero este fin de semana han entrado en su huerto de 12.000 metros cuadrados de la fértil partida del Racó de Pego, que está junto a los arrozales del Marjal. Y han hecho estragos. «Tengo los terrenos vallados, pero los jabalíes se han colado nadando por la acequia. Les he puesto obstáculos y espantapájaros. Pero no hay forma de pararlos. Han hecho un daño terrible».

Este labrador lleva más de diez años cultivando estas tierras que heredó de su padre. Jabalíes ha habido siempre, pero asegura que la superpoblación de ahora es algo nunca visto. Hay hortalizas que antes ni tocaban. La cebolla y las calabazas no les gustan. Pero Carlos Sendra asegura que ahora hay semejante proliferación de estos animales (incluso se les ha visto campando a sus anchas por las calles de Dénia, Xàbia o Calp) que «ya se lo papan todo». Han arramblando, de hecho, con sus cebollas. «Lo han escarbado todo. Puede que buscaran lombrices. Pero el caso es que han echado a perder toda la cosecha. Lo que tengo sembrado de habas también lo han dañado».

Este agricultor está enseñando a su sobrino a cultivar la tierra. «Tal como están los tiempos podía ser una buena salida. Pero, al ver el destrozo que han hecho los jabalíes y todo el trabajo echado a perder, se ha desmoralizado mucho. Yo, en cambio, no me desmoralizo. Me cabreo».

Este labrador acudirá hoy a presentar una denuncia en la Cámara Agraria de Pego. Los cazadores le han dicho que es la única forma de que se autoricen nuevas batidas de jabalíes.

Carlos Sendra y su sobrino habían experimentado hasta ahora un método bastante curioso para mantener alejados a estos animales salvajes. Arrojaban colonia en los 12.000 metros cuadrados de huerta. «Pero no es plan ir cada día al supermercado a comprar una botella de colonia para esparcirla en estos terrenos. Y al final tampoco los espantábamos. Hay que ir cambiando de colonia. Si se acostumbran al olor, terminan entrando igual».

Este agricultor advierte, además, de que eso de gastarse cada día tres euros en una botella de colonia representa un gasto inasumible. Los precios a los que los labradores vende las hortalizas ya son bastante irrisorios como para ir añadiendo gastos y más gastos. Están los tiempos cómo para perfumar los campos.

Carlos Sendra está enfermo desde hace años y cobra una pensión. Lo suyo es devoción por la tierra. «Aún así, me enfada no poder sacar ni para el abono. Para mi sobrino sí podía ser una opción. Pero, si luego entran los jabalíes y te lo destrozan todo, pierdes dinero».