Otro de los técnicos responsables del control de la contrata de la planta de basuras de Calp confirmó este martes en el juicio la existencia de pesajes sobredimensionados en las instalaciones y que incluso la báscula llegó a estar averiada durante más de seis meses.

El ingeniero del Ayuntamiento de Calp Juan José Pascual fue designado por la corporación para fiscalizar el servicio con informes semanales sobre el funcionamiento de la planta y este martes ha declarado como testigo en el juicio por las basuras de Calp, una pieza separada del caso Brugal, y citado a instancias de la corporación que ejerce la acusación particular.

En el banquillo, la Audiencia de Alicante sienta al exalcalde de Calp Javier Morató, al exedil y diputado provincial Juan Roselló, y al empresario Ángel Fenoll, entre otros, a quienes se imputa un quebranto a las arcas públicas de doce millones por sobreprecios en los residuos que entraron en la planta entre 1999 y 2012. El Ayuntamiento pagaba a la mercantil por cada tonelada de basura recibida.

Pascual, a quien se le encomendó el control de la contrata en 2011, aseguró que en las facturas que se pasaban al cobro había una «sobrefracturación» y que en su trabajo se detectaron anomalías en el funcionamiento del pesaje.

En una de sus primeras visitas a la planta se encontró con que la báscula llegó a estar más de seis meses averiada y que los precintos no se correspondían con los parámetros de la Generalitat una situación que era «estructural».

Según explicó, las cantidades facturadas se contrastaban con los datos del INE sobre residuos generado por habitante y días, el consumo de agua y los datos aportados por Turismo sobre estancias en el municipio. Con esos parámetros, concluyó que los pesajes eran elevados para la población del municipio.

Además aseguró que en sus inspecciones a la planta confirmó que entraban residuos que no estaban contemplados en el contrato, como enseres, restos de podas, algas y escombros. «Era un recinto vallado y al que no podían acceder particulares, alguien tenía que llevarlos», dijo.

También declaró como testigo Ginés Fenoll, sobrino del empresario acusado y representante de la planta quien negó que en la planta se hiciera el pesaje «a ojo» y achacó a «situaciones puntuales» la avería de la báscula. Y explicó que su trabajo era llevar las facturas al Ayuntamiento e intentar cobrarlas cuando se retrasaba.