Llegará un futuro distópico y sin memoria en el que las calles se reconocerán por un número (no es tan disparatado: ya están la Fifth Avenue y la 42nd Street de Nueva York), pero, mientras tanto, se mantiene la bendita tradición de poner nombres y hacer historia en el callejero. Eso sí, la elección de los nombres siempre genera debate. Y eso ocurre ahora en Pego. El ayuntamiento, gobernado por PSPV y Ciutadans de Pego, ha puesto en marcha una consulta pública para que los vecinos elijan el nombre de la nueva biblioteca. Las dos opciones son "Carmen Alemany", experta en literatura hispanoamericana y una de las hispanistas más importantes de la actualidad, y "Carmel Giner Bolufer", historiador, arqueólogo y archivero de formación autodidacta que fue cronista de Pego y cuyas investigaciones llamaron incluso la atención del prestigioso medievalista francés Pierre Guichard.

Sin embargo, el PP quería introducir una tercera alternativa en la encuesta y que los vecinos también pudieran votar por ponerle a la biblioteca el nombre de "Cervantes". Esta opción la rechazó el pleno. El portavoz popular, Ferran González, defendió esta denominación dado que el edificio que se está rehabilitando para convertirlo en biblioteca es el antiguo colegio Cervantes.

No obstante, el autor del "Quijote" ya está doblemente presente en el callejero pegolino, como explicó la concejala de Cultura, Laura Castellà. El principal paseo del pueblo y el campo de fútbol se llaman Cervantes.

Mientras, Compromís abogó por que la biblioteca lleve el nombre de una vecina de Pego relacionada con el mundo de la cultura y la ciencia. El concejal valencianista José Eduardo Alcina instó a corregir la enorme brecha de género que existe en el callejero local. De hecho, solo 9 calles y plazas llevan nombre de mujer frente a las 74 que están dedicadas a hombres. Además, solo hay tres mujeres de Pego en el callejero, Maria Cambrils, Dolores Sendra y Carolina Sala. Las otras seis mujeres son santas, una reina y una deportista alicantina. El edil de Compromís subrayó que urge bautizar espacios públicos con nombres de mujer y, de hecho, se mostró partidario de que la biblioteca lleve el nombre de una mujer pegolina.

Los nombres también reflejan la evolución de la sociedad. Así lo apuntó Laura Castellà, que sostuvo que el colegio Cervantes "antes fue Escuela Nacional Graduada y así es como la conoce mi abuela, mientras que mi hijo no ha conocido la Plaça de la Quintana y sí la Maria Cambrils".