Interpretar partituras de Mozart, Vivaldi, Rossini, Beethoven o Martín i Soler con los instrumentos coetáneos a dichas composiciones constituye uno de los mayores logros para un músico. «La expresividad, la cadencia, la emotividad y sobre todo la conexión con la composición que genera tocar instrumentos históricos produce un patrimonio interpretativo único», comenta Joan Calabuig tras recorrer China, Corea, Austria o Francia con la Freiburger Barockorchester. Con Las Bodas de Figaro la Orquesta Barroca de Friburgo ha actuado en Shangai, Seúl, Eisenstad o Beaune. «La experiencia de interpretar con los clarinetes de época esta ópera resulta especialmente enriquecedor. Los clarinetes elaborados con madera de boj otorgan un itinerario de expresividades a las composiciones».
La gira con la Orquesta de Friburgo, así como la protagonizada con la Wroc?aw Baroque Orchestra, con la que interpretó Orefeo y Eurídice con el chalumeau soprano y el alto o Widma, del compositor polaco Moniuszko, obra romántica con clarinetes de 12 y 13 llaves, impulsa a Calabuig en su nuevo itinerario como intérprete e investigador. «Nos estamos perdiendo un repertorio excepcional con instrumentos de época, los cuales requieren unas necesidades físicas mucho menores que los clarinetes actuales. ¿Por qué utilizar clarinetes o instrumentos adaptados incluso de plástico teniendo este abanico instrumental tan interesante con la literatura plumada por manos de compositores de renombre con unas obras que fueron y son referencia dentro del repertorio barroco y clásico?», apuntaba Joan Calabuig.
Tras un trabajo de investigación con instrumentos de época como el chalumeau, «que podríamos denominar abuelo del clarinete»; el corno; el clarinete d´amore o los clarinetes de 12 llaves; Calabuig ha defendido la importancia de su estudio en las escuelas y conservatorios de música. «La proximidad de estos instrumentos al habla humana especialmente el chalumeau nos permite ganar en confianza. Poder aprovechar los recursos interpretativos y emocionales que nos brindan los instrumentos de época; que además, tienen un impacto menor hacia la persona, con dimensiones más apropiadas para el estudio de los más pequeños me permite afirmar que su estudio enriquecería el perfil del instrumentista. Se trata de una apuesta mucho más rica, la expresividad multicultural frente a la uniformidad impuesta por la globalización».
Aprendizaje
En esta línea la propuesta de Joan Calabuig va mucho más allá de la mera orquesta. Como investigador y musicólogo podría llegar a trastocar los cimientos de los itinerarios de aprendizaje definidos en conservatorios y escuelas de música. «Mi investigación basada en constataciones empíricas, con medidas del esfuerzo físico que supone tocar con un instrumento u otro; mediciones de estabilometria, sensibilidad labial para la afinación, electromiograma de superficie que refuerza la tesis de los beneficios de comenzar con el instrumento original para llegar posteriormente al moderno. Incorporar el estudio de estos instrumentos en el itinerario formativo del músico es la clave; hay que aprender a andar antes que correr».
Este músico que ha participado en la grabación de las últimas sinfonías de Mozart con Jordi Savall, apuesta por la recuperación de los instrumentos originales para iniciar el itinerario formativo. «Un niño o una niña de seis años estarán mucho más cómodos con un chalumeau, por su tamaño, por el peso por la facilidad de su manejo. Así evitaríamos lesiones, defectos o posiciones dañinas y poco a poco llegaríamos al instrumento moderno».
La apuesta por la incorporación de estos instrumentos en los estudios musicales es también una apuesta por la diversidad. «Si bien es cierto que no todos los instrumentos antiguos son ideales para iniciarse en los estudios musicales no es menos cierto que disponemos de una gama alta de instrumentos de todas las familias que nos pueden ayudar en su formación. Se debería escuchar más a los estudiantes, empatizar con ellos para proporcionarles el instrumento más idóneo para su evolución como músico y como persona». Revisitar los orígenes en clave de arte es, según Calabuig, el pentagrama justo por el que discurrirá la interpretación musical del futuro.
