Los vecinos de Baladre han tenido que esperar más de un año hasta ver cómo la conselleria volvía a impulsar la retirada de decenas de kilos de residuos fecales que se acumulaban en un bajo de un edificio, tal y como ya hizo en enero de 2017.

Ayer, una máquina y operarios empezaban a extraer porquería de este local situado en la calle Federico García Lorca, que lleva meses «emitiendo un olor nauseabundo y siendo una plaga de mosquitos», como han denunciado varios vecinos a Levante-EMV.

Se trataba de una acción impulsada concretamente por la Entitat d' Habitatge i Sòl (el antiguo Instituto Valenciano de la Vivienda), una entidad propietaria del edificio y del bajo «que va a costear todos estos gastos, al ser la dueña del edificio», como aseguraban a este diario desde el gabinete de prensa de la Conselleria de Obras Públicas.

Aunque después de los trabajos realizados esa mañana los vecinos volvieron a alertar de que el lugar no había quedado totalmente limpio, desde la conselleria apuntaban que «desde la Entitat d' Habitage i Sò se llamó a la empresa para que volviera y lo dejara en condiciones».

Aún así, los vecinos reclaman que «se dé una solución definitiva» para que varios pisos no sigan vertiendo en ese bajo, tal y como llevan haciendo más de un año. «Lo importante es que les arreglen las cañerías y también toda la acera por la que ya está supurando el líquido y que se ha levantado», decía Rosa, una vecina.

A este respecto, en la conselleria aseguraban que «están estudiando una posible actuación genérica en todo ese grupo de fincas, mayoritariamente propiedad de la Generalitat para plantear actuaciones preventivas», aunque sin dar detalles de en qué consistirían.Toallitas que embozan

Cuando surgió este problema hace más de un año, como informó Levante-EMV, desde la conselleria admitieron el malestar porque se trataba de un bajo en el que, en enero de 2017, ya habían tenido que retirar grandes cantidades de residuos fecales que caían de los pisos de arriba. Entonces, achacaron el origen del problema al mal uso de algunos inquilinos, por la costumbre de tirar al váter desde toallitas húmedas a compresas o condones, pues todo eso aparecía en el local.

Aún así, la acumulación de fecales en ese bajo es «todo un problema de salubridad» para muchas personas del barrio, según explicaban a este diario varios vecinos, que insistían en que la suciedad se acumula tanto en el interior como en la puerta de cristal y en el acceso. «Da asco pasar por allí. Es una vergüenza», apuntaban, mientras los más esperanzados opinaban que «a ver si ahora que se acercan las elecciones, se solucionar por fin el problema definitivamente».