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­José David, de 33 años, ha sido el concursante de Masterchef que más comentarios ha generado. Ayer recibió el cheque-regalo de 1.050 euros del supermercado patrocinador del concurso por llegar a las semifinales. Aprovechó para darse un «pequeño homenaje» junto a su pareja.

¿Qué sabor le deja el final de «Masterchef»?

Me quedo con lo bueno, que no es todo, como es natural. Me quedo con lo que he aprendido y la gente que he conocido. Por otra parte, han querido mostrar una imagen muy distorsionada de mí desde el principio. Entré con una base culinaria y el jurado me ha exigido mucho y ha hecho que me mostraran en alguna ocasión como el que lo sabe todo y no escucha, que no es cierto. Quizá lo que más me ha molestado es algún juego de imágenes.

Sí, esa media sonrisa suya cuando tiraron a un concursante fue muy comentada…

A Cerezo, creo. Me ha dejado petrificado porque nunca me he reído de ningún compañero. Quizá lo he hecho con algún comentario gracioso y utilizaron esa sonrisa en el momento peor.

Pepe Rodríguez ha dicho que usted era el mejor de todos, pero no evolucionó como otros. ¿Cómo ha digerido las críticas?

Desde el primer día el jurado me ha metido mucha caña para motivarme y, a veces, esa crítica te hace trabajar más tenso y buscar platos más complejos. En algún capítulo del final, rizar el rizo me llevó a no trabajar bien.

¿Le dolió ser expulsado por «falta de sencillez y humildad»?

Por supuesto, porque esa imagen que se ha dado de mí es muy distinta de la real. Mis amigos y mi familia han flipado. Yo nunca he escondido que iba a ganar, pero con respeto y sin pisotear a nadie. Al parecer, esa competitividad no se ha visto bien.

En definitiva, ¿le adjudicaron el papel de soberbio?

Sí, jugando también con alguna frase mía en la que metí la pata. Todas estas salieron, pero cosas buenas que el jurado o los compañeros dijeron de mí no salieron, como el día del Casino de Madrid, en el que reconocieron que había ayudado mucho a mis compañeros como capitán. Han montado todo un poco para darme ese papel de soberbio o prepotente.

¿Ha necesitado ir al psicólogo para superar esa imagen y lo que se ha dicho de usted?

No. Salí tocado al quedarme a las puertas de la final y estuve unos días mal, pero poco a poco está superado.

¿Su favorito era Juan Manuel?

No, era Eva, porque en todo el concurso es la que más pruebas ha ganado y ha hecho platos muy creativos. Juan Manuel es muy trabajador y organizado, pero ha hecho cocina muy tradicional, aunque en la final cambió y arriesgó más.

¿Qué impresión le queda del jurado?

Muy buena. Tienen un poco un papel que realizar. Es el juego de la televisión. Pero son supermajos y me han ayudado mucho. Me quedo con los consejos que me han dado, aunque hayan sido duros en algún momento.

¿Qué planes tiene ahora?

Llevo un mes fuera, he hecho algún cátering y alguna cosa para poca gente. Estoy empezando a mirar locales, porque me gustaría montar un restaurante en Valencia. A ver si sale.

¿Pondrá el arroz de picantón con calabacín en su carta [lo que cocinó en la semifinal]?

[Ríe] Es un plato que hice pensando en no fallar. La idea era algo sabroso y sin fallos. Que si me iba, no fuera con una crítica cañera del jurado. Quizá era demasiado aburrido para una final.