En la excelente novela La carne de Rosa Montero hay escondida una pequeña joya.

Se trata de la historia imaginaria de Josefina Aznárez, personaje mayúsculo, apasionante, mágico, de esos que aparecen muy de vez en cuando pero que se te quedan clavados para siempre.

Josefina es un personaje maldito, una invención desgarrada y dolorosa de la condición de ser mujer. Esa mujer bien podría ser Hildegarda de Bingen, María Lejárraga o George Sand.

Podría decirse de esta obra que es una reivindicación para redescubrir la huella de nuestras mujeres silenciadas. Esas mujeres que un día constituyeron la vanguardia que erosionó

convencionalismos y atavismos esterilizadores.

¡Shhh! El caballero incierto es un homenaje a esas mujeres valientes, silenciadas y olvidadas. Si no hablamos nosotras de nosotras, ¿quién lo va a hacer?.