Nada está escrito en piedra nos lleva a reflexionar sobre la transformación como esencia de la vida y sobre la fragilidad como condición humana básica.

El patriarcado y la sociedad neoliberal se caracterizan precisamente por el desdén hacia el sufrimiento y la fragilidad, que han polarizado en el género femenino.

Planteo mi obra como una comunicación emocional que reivindica la fragilidad como esencia humana de la que surgen la ternura, el cuidado y la empatía. Es precisamente el reconocer nuestra propia fragilidad lo que nos permite reconocer la fragilidad de las demás personas y de donde surge tanto la fortaleza como la bondad. Es de reconocer nuestro dolor de donde surge la posibilidad de transformarlo. La comunicación que planteo se establece a través de representaciones simbólicas capaces de conectar con las vivencias de otras personas”. Susana García Ungo.