Billie Holiday es una joven criada en un barrio marginal de Estados Unidos que tiene un sueño: convertirse en una de las voces más relevantes del panorama del jazz y del pop. Durante treinta años, Holiday consiguió convertirse en lo que ansiaba, creando temas como God Bless the Child, What a Little Moonlight Can Do o Strange Fruit. Sin embargo, la vida de la cantante amenazaba con resquebrajarse por la adicción de esta al alcohol y las drogas.