Siempre que puedo acudo a un mercado tradicional a comprar alimentos básicos como carne, huevos, fruta, verdura, fiambre o pescado. Y quien dice un mercado dice también una tienda tradicional con reconocido prestigio en un barrio por la calidad de sus productos. Vamos, la charcutería de toda la vida, la frutería de siempre, o la pescadería de la esquina, que ha resistido durante años y ha soportado los envites de los grandes supermercados. Si lo ha hecho, por algo será.

Estos establecimientos suelen cuidar al cliente, conocer al dedillo sus gustos y ofrecer determinadas ventajas, como encargar la compra y recogerla en otro momento, o incluso acercarla a casa en un momento dado. Pero si sobresalen por algo, habitualmente lo hacen por la calidad y frescura de sus productos, ya que no adquieren grandes cantidades de víveres, sino los necesarios para afrontar la semana o el fin de semana, según cuando se compre.

Ventajas de comprar en tiendas o mercados

El 'problema' de estas tiendas es que hay que ajustarse a sus horarios (que suelen ser más reducidos que los de las grandes superficies comerciales) y, sobre todo, elegir los productos. Por ejemplo, en la carnicería, la carne no está precortada en bandejas en la que una etiqueta indica qué tipo de carne es, de qué animal procede y para qué uso se recomienda. Al contrario: se saca a la venta en grandes piezas de las que el carnicero nos cortará lo que le pidamos.

Esta forma de venta cuenta con muchas ventajas: el producto está cortado al momento y la preparación es la que nosotros queramos, no la que alguien ha decidido en un matadero o supermercado. La desventaja: hay que saber qué pedir, para qué emplearlo, cuánta cantidad y si nos va a salir bien de precio, porque el valor se identifica por kilos, que casi siempre excede de lo que compra un cliente normal. Por lo tanto, ¿cómo saber si está bien de precio o no? ¿Cómo elegir una pieza de carne para un buen entrecot y no otra?

El truco para comprar las mejores piezas de carne.

Y lo que se aplica a la carne, se puede decir también del pescado, de la fruta o de la verdura. ¿Por qué unas judías verdes sí y otras no? Evidentemente hay un factor indispensable a la hora de comprar en estos establecimientos: seguir el instinto. Si ves un trozo de carne que parece que te llama por tu nombre, lo más lógico es que al final lo compres. Y lo mismo sucede si son plátanos, naranjas o incluso unas cuantas patatas. El aspecto es fundamental.

Sin embargo, hay un truco del que no se habla y que todos y todas (repito: todos y todas) hemos puesto en práctica alguna vez. No es nada complicado, sino fruto del sentido común y de la confianza en la experiencia.

El poder de la observación

¿Quién no ha ido a una frutería y ha visto que varias personas de cierta edad compraban unas cebollas en concreto y otras no? ¿Quién no ha visto que de repente sacaban fresas en la frutería y se agotaban en un santiamén porque las personas que allí había las incluían enseguida en su cesta? ¿Qué harías tú en esas circunstancias: comprarlas también o dejarlas pasar?

Probablemente, si esas personas tienen cierta edad y aspecto de haber comprado y cocinado para su familia durante décadas, te digas a ti mismo/a: "Cómpralas que deben estar en su momento justo de maduración y, además, a buen precio". Y oye, casi siempre aciertas.

En pocas palabras, se trata de confiar en el criterio de personas que durante años y años han hecho esa misma tarea con buen criterio. Si hay cinco piezas de jamón y delante de ti cuatro personas de determinada edad piden que les corten unas lonchas del mismo trozo, ¿tú elegirías otro o pensarías que probablemente ese sea el bueno?

El truco para comprar el mejor fiambre de la charcutería.

No siempre tienen por qué tener razón porque, evidentemente, también entran en juego los gustos personales de cada uno, pero lo cierto es que las personas que durante años y años han comprado y cocinado los alimentos, desarrollan una perspicacia que muchos quisiéramos para nosotros mismos. No es nada más que el fruto de la experiencia y de la sabiduría que dan los años. No lo desperdicies cuando lo tengas ante ti.