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Poble Nou: L’Horta en su máxima expresión

Dejarse llevar por los caminos rurales que conectan la huerta de Poble Nou es una de las experiencias más gratificantes y cercanas a València

La parra centenaria de Casa del Cadirer. | J.B.R.

Háganse un favor y tomen nota de estos caminos: Camí Vell de Godella, Camí del Assagador, Entrada Algarín, Carretera Daniel, Camí Cases de Guerra, Entrada Alqueria Rata, Camí Alqueria de Cassany, Senda del Perolo, Senda de Borbotó o Camí del Racó de l’Anell. Elijan día y piérdanse por alguno de ellos, a pie o en bicicleta, pero disfruten del paisaje de l’Horta. Huerta de máxima protección ambiental, por cierto. Los fértiles campos de regadío y las alquerías diseminadas definen el 90 por ciento del territorio de Poble Nou, la primera pedanía de València situada al norte de la ciudad. En el otro 10 % de su superficie se concentran la mayoría de las viviendas, castigadas por el tráfico insoportable del Camí de Moncada. Pero nos vamos a quedar con lo bueno, que es mucho y cautivador.

Panorámica al aterdecer de la huerta desde el Camí de l’Assagador. | J.B.R.

A Poble Nou se puede llegar fácilmente a pie o en bicicleta. Su conexión con València es instantánea, y eso que las infraestructuras no lo ponen nada fácil: es cruzar la ronda norte y comenzar a disfrutar del paseo. Si prefieren una ruta patrimonial, Poble Nou es un destino magnífico: pueden comenzar conociendo la Alqueria Fonda, el conjunto de la Alqueria del Pi y Nova de Sant Josep, los molinos de Alters y de Colau, la Alqueria de Pi (cerca de Godella), también conocida como del Pino Hermoso, o la Alqueria de Tallarrós. Algunas en magníficamente restauradas, como la del Pino Hermoso, y otras en espera de una oportunidad como la de Tallarós. Todas estas históricas edificaciones están catalogadas como bien de relevancia local (BRL).

El Racó de l’Anell, otro de los preciosos rincones de Poble Nou. | J.B.R.

Pero hay otras muchas, cuidadísimas y mimadas, que disfrutan del paso de las estaciones a través de las diferentes cosecha: patatas, alcachofas, sandías, chufas (el cultivo más rentable) y otras hortalizas que luego llegan a los mercados de la ciudad. Producto de proximidad y de calidad suprema que muchas veces se puede adquirir directamente a pie de campo o en casa de los agricultores.

Alqueria del Pino Hermoso restaurada, una de las joyas de l’Horta. | J.B.R.

La huerta ha sido durante la pandemia el gran balón de oxígeno para miles de visitantes de la ciudad. Pero la huerta no quiere ser un jardín ni un parque de atracciones. Se ha de respetar, evitando la tentación fácil de robar una pequeña parte de la cosecha. Como hace cientos de años quiere mantener su condición de medio de subsistencia de los habitantes de las alquerías; por ello los carteles de «preus justos» recuerdan en nuestro paseo a pie o en bicicleta que algo no se está haciendo bien.

Dejarse llevar por los aromas de la huerta, por los silencios que rompen el canto de los pájaros o la fuerza del agua de las acequias. Dejarse llevar por los caminos agrícolas (que no son ni atajos ni autopistas para vehículos) es un pequeño lujo al alcance de cualquiera.

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