Ratas, y doradas. Ellas son el «talismán» de la primera serie de Alberto Rodríguez, ganador de dos Goya al Mejor director por La isla mínima (2014) y El hombre de las mil caras (2016). Los actores de «La peste» han paseado estas ratas doradas durante toda esta semana en la que han promocionado la serie, una de las más caras de la televisión en España con un presupuesto de 10 millones de euros.

La carrera de Alberto Rodríguez ha ido en ascenso desde la icónica película 7 vírgenes (2005), con aquel Juan José Ballesta descarado que apuntaba maneras. «La Peste» ha sido el climax de su trayectoria profesional, porque Rodríguez ya es sinónimo de buen cine, y también lo es «La peste». Él ha demostrado que en España -como ya estaba ocurriendo desde hace algunos años en Estados Unidos- los directores de cine no tienen que tener miedo a la televisión. Eso sí. Han de aprender a adaptarse a su tempo y lenguaje, y no todos lo logran.

La serie se ha estrenado esta semana en el calan #0 de Movistar +. Cuenta de seis capítulos de 50 minutos cada uno. Y sí, tendrá una segunda temporada.

«La peste», una serie de época con tintes de thriller a lo Rodríguez, es ambiciosa en cada plano. Creada por este director sevillano junto a Rafael Cobos, era una de las producciones televisivas más esperadas del año. Fue presentada en 2017 en el marco de Festival de San Sebastián, y una de las apuestas de la ficicón de Movistar +, después de firmar por las producciones «Velvet Collection» o «La zona».

«La peste» se adentra en la Sevilla del siglo XVI, cuando era la capital económica de Europa. La epidemia des el telón de fondo de una serie de asesinatos inexplicables. Según algunos historiadores, la oleada vírica se llevó a 60.000 personas en la época.

El elenco actoral está formado po Paco León, Manuel Solo, Pablo Molinero, Sergio Castellanos, Patricia López Arnaiz y Lupe del Junco.

Como ya ocurriera con «Juego de tronos», la ciudad de Sevilla ya cuenta con su propia ruta de «La peste», en la que también han participado algunos actores, así como la propia cadena.