La Planta Nova es una varietal poco conocida fuera de la provincia de Valencia donde está autorizado su cultivo tanto como uva de mesa como para vinificación. Su doble uso permitía al viticultor hacer una primera vendimia para ser comida y otra posterior para llevar a la bodega. Pero la creación de las variedades sin pepitas le hizo perder su interés comercial para uso de boca y, por otra parte, al ser tan tardía tiene más riesgo ante el pedrisco, por lo que, de manera paulatina su cultivo se ha ido sustituyendo por otros tipos de vid. En la comarca Requena-Utiel se la conoce como Tardana, una planta rústica muy adaptada al terreno, con uvas de piel resistente que protege la baya de las inclemencias del tiempo. Su ciclo vegetativo es largo, se vendimia incluso después de las tintas, por lo que, sin duda, puede resultar interesante para afrontar el cambio climático global.

El viticultor y enólogo Pedro Olivares trabaja en la actualidad en varios pequeños proyectos de elaboración en diferentes zonas vitícolas, como Bullas, el entorno del río Jiloca o en la Sierra de Segura. En la Comunitat Valenciana hace el Sa&Sa con Moscatel y Malvasía de la Ribera Alta; y de los viñedos de Venta del Moro sale el Bobal con la que hace el Súper Bobastrell, junto con la Monastrell murciana en un audaz coupage mediterráneo. Las uvas proceden de viñedos de cultivo ecológico o de parcelas sin tratar. En unos casos produce 350 botellas de una sola parcela, en otros 15.000 unidades, todas de vinos elaborados sin aditivos enológicos, solo el mínimo sulfuroso para la asepsia más indispensable y siempre con levaduras salvajes.

Estos días está presentando el nuevo Arcal, un blanco de esta recién acabada vendimia de 2017 hecho con Tardana (80%) vendimiada a mediados de octubre en la parte de mayor altitud de la aldea de Los Marcos, en Venta del Moro, rozando los 1.000 metros de altitud. El terreno es calizo, poco profundo, «donde las cepas crecen con mucho sufrimiento», nos asegura, «dan menos de 1,5 kilos de uva por planta». Está elaborada como un tinto, macerada con sus hollejos hasta finalizar la fermentación tumultuosa y realiza la maloláctica en depósito. Lleva Moscatel (15%) de la comarca de la Ribera Alta y está completado con un pequeño toque de Roussanne (5%) vendimiada con poco grado que da una chispa en el final de boca muy interesante. Resulta conveniente jarrear este Arcal que se muestra un poco cerrado al principio y no tomarlo muy frío. Es de color dorado, cuando se abre es aromático, fragante, complejo, con recuerdo a fruta blanca (peras), tropical (chirimoya), membrillo fresco, floral (pétalo de jazmín seco) y evocación mineral (tiza). Buena entrada de boca, con cierto cuerpo, sedoso, seco, con frescura, suave sensación especiada y un final con leve toque metálico. Atrevido ensamblaje para un vino original y diferente.