Que España es un país de tintos lo dicen las cifras, ya que es el tipo más consumido con un 73,2% del total. Pero se ha detectado en él un ligero descenso de 3 puntos, mientras que los blancos crecen en esta misma proporción y los rosados en un 19,3%, según los datos de 2018. Es indudable que en los últimos años se ha iniciado un leve cambio de tendencia en el consumo hacia vinos frescos en los que sus aromas y sabores recuerdan matices frutales.

La moda de tintos muy densos, tan del gusto de la crítica estadounidense, pasó, aunque no significa que tengamos que renunciar a unos vinos con gran cuerpo y excelente acidez que alcanzan su esplendor años después de su embotellado. Por otra parte, estos vinos resultan poco atractivos para los consumidores jóvenes que prefieren otras bebidas más fáciles de tomar.

Esto lo saben bien los hermanos Valsangiacomo: Arnoldo, Marta, María y Carlos, quinta generación de bodegueros suizos injertados en València, y Modesto Francés, director técnico de la bodega, quienes trabajan con acierto los vinos de Bobal que hacen en la pedanía requenense de San Juan, además de otros más desenfadados que elaboran en Chiva.

Pensando en un nuevo vino ligero les ha salido un tinto 'ultraligero', en el que han ensamblado Garnacha Tinta cultivada a 700 metros de altitud en Siete Aguas con Pinot Noir de Fuenterrobles, a 800 metros, cuyo mosto yema han trabajado como un rosado. Ultraligero es de color rojo brillante, abierto de capa, casi un carmín que atrae los labios a la copa. Tiene aromas intensos a frutillos rojos ácidos (fresas, frambuesas), flores azules, con un paladar de gran frescura, goloso y equilibrado que llena la boca y solo quieres volver a probarlo. Un 'Vin de Soif', o 'vino de sed'. ¡Y se ha acabado la botella!