Para cultivar la chufa, de la cual se obtiene la valorada y nutritiva horchata, típica bebida estival, es necesaria una elevada humedad ambiental, por ello, la huerta de Valencia, próxima al Mediterráneo, se ha consolidado como una área óptima para este tubérculo. Pero tanto la chufa ´llargueta´ (alargada) como la ´ametla´ requieren abundantes riegos, pues la pluviometría en esta zona es muy baja, alrededor de 420 mm anuales. Así, los riegos deben aportar alrededor de 600-700 m3 por hectárea cada semana –aunque varía según los períodos de crecimiento. Tras la plantación de Cyperus esculentus, a lo largo de la primavera, es durante estos meses de verano cuando sus requerimientos hídricos aumentan, debido a las elevadas temperaturas y las escasas lluvias. Superado este período, las precipitaciones habituales de principios de otoño no perjudicarán su calidad, aunque el tubérculo esté casi formado. La razón: la naturaleza de los suelos donde se cultivan, que son muy permeables. Lo que se provocarán esta pluviometría alta es un retraso en la recolección.

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