Hay que reconocerle a TeleAndreíta el esfuerzo que hace por renovarse sin traicionar su espíritu de lucha para mantenerse en la cresta de la guerra como la campeona coronada que mejor se embadurna en excrementos. Hablemos de la última gesta. Volvió G-20, pero ni siquiera al haber menguado la lista de rigurosas investigaciones sobre injusticias, tropelías, o secretos que guardan los famosos y han de ser desvelados aunque no quieran, y haber menguado justo la mitad, el programa se llama G-10. Es más, ni siquiera volvió la mitad del severo juez Risto Mejide, al que se limpiaron como corresponde, con una patada en el culo y si nos fuiste útil, ya no. El G-10 ha vuelto lírico y frutal con nombre propio, Fresa ácida. Y en vez de a un Risto menguado han sacado a tres cacatúas que le ponen a uno la cabeza como una zambomba. Son tomates podridos.

En el listado de intereses denunciables cabe todo, desde la exclusiva casa de Cristiano Ronaldo a las pensiones de lujo de los políticos, o al insoportable desconocimiento de la población de los futbolistas que tienen los pies en el césped y el ojo en los vestuarios, cuando en las duchas aquello es un festival de sexos al aire. Fresa ácida no necesitaría ni a una de las gallinetas que han puesto, es más, ni siquiera Fresa ácida es necesaria, pero la cadena se ha puesto en todo y además de Carmen Alcaide está Cinta Médez, y sobre todo Adriana Abenia, que es la que más enseña. Por abajo casi se le ve la fresa, y por arriba casi se le sale la breva. Por cierto, tuve los santos pimientos de no esperar a saber a qué futbolista le va más un pirulí que una gominola. Por mí como si se lo monta con la pluma tiesa de Águila roja, que empezaba en ese momento. Payasadas, las justas.