A poco más de un mes para que concluya la temporada de huracanes en el Océano Atlántico, se siguen sucediendo las tormentas tropicales alrededor del Caribe. Aunque en términos de devastación los tifones en el Pacífico han dejado un mayor número de víctimas mortales hasta hoy, la temporada Atlántica está siendo excepcional por diversos motivos. Habría que remontarse a 1926 para encontrar en los archivos meteorológicos la ocurrencia simultánea de tres huracanes de categoría 4 (en una escala con cinco). El pasado 15 de septiembre, Igor, Julia y Karl estaban activos en distintos puntos del Océano Atlántico a la vez. Otro hecho destacado es que entre el 21 de agosto y el 26 de septiembre, la actividad ciclónica extrema fue ininterrumpida: un total de 36 jornadas consecutivas con avisos de ciclón tropical o huracán. El origen de la mayoría de estas tormentas se encuentra a unos pocos miles de kilómetros al suroeste de las Islas Canarias. El archipiélago de Cabo Verde, frente a las costas de Senegal, es la «cuna» de numerosos ciclones que pueden recorrer decenas de miles de kilómetros describiendo una trayectoria parecida a un bumerán, arrancando en África Occidental, recorriendo el Caribe a continuación para acabar deshaciéndose cerca de Groenlandia o la Península Ibérica.

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