Rodrigo Rato pudo ser un excelente vicepresidente económico, pero parte de aquella sabiduría parece haberse tornardo torpeza. Dos errores acumula en su todavía nuevo y flamante cargo de presidente de Bankia, lo que antes era la caja de los valencianos. El viernes, Rato fue la estrella invitada de la convención del PP sobre empleo, celebrada en Canarias. Ni los populares debieron invitarle, ni él aceptar. Ahora se arriesga a que le digan que su gesto y su foto con el logo de la gaviota y González Pons son propios de quien preside una caja-banco de algunos valencianos, muchos, en concreto los que votan al PP. José Luis Olivas, en todos sus años al frente de Bancaja, no dio una entrevista ni una rueda de prensa. Se mantuvo en un papel institucional siempre. Porque la prudencia era su sello. Al menos hasta que él y Rato se aprobaron sueldos de 10 millones de euros al año para ellos dos y Verdú mientras pedían a los impositores que compraran acciones. La otra cagada.