El jurado popular, por cinco contra cuatro de sus miembros, ha declarado no culpable al expresidente de la Generalitat Camps de la acusación por delito de cohecho, pues no considera probado que la trama Gürtel le regalara trajes y zapatos por importe de 12.000 euros, y que su relación con Álvaro Pérez (El Bigotes) era meramente comercial. Las encuestas realizadas en varios periódicos, por una gran mayoría (superior al 65%) consideran injusto el veredicto del jurado y que Camps no debería volver a la política.

No es el momento de poner en cuestión la institución del jurado, que, por otra parte, es un mandato constitucional: el de la participación del pueblo en la Administración de Justicia, aunque tal vez sería más conveniente un jurado escabinado o mixto, es decir, que junto al jurado popular interviniera un juez técnico. He leído alguna crítica en el sentido de que un tribunal técnico hubiera condenado a Camps conforme las pruebas testificales, documentales y periciales aportadas por la acusación. Tal vez. En Portugal, donde se puede elegir entre tribunal técnico o jurado, se dice que si eres inocente que te juzgue un juez, y si eres culpable un jurado, que puede pasar de todo. Al tener el presente proceso un destacado carácter político, la ideología de cada miembro del jurado o tribunal siempre sería dato decisivo. Recuérdese que un tribunal técnico: el Tribunal Superior de Justicia de Valencia, cuyo presidente declaró que Camps era más que su amigo, no sólo pudo decidir si era culpable o inocente, sino que archivó el caso para no abrir juicio, por considerar que no existía ni siquiera indicios delictivos, y tuvo que ser desde Madrid, el Tribunal Supremo, el que revocara esta decisión y ordenar que se continuara el procedimiento. De igual manera puede sospecharse que para los miembros del jurado popular que votaran a Camps en las últimas elecciones, o fueran afines a la ideología del Partido Popular, más que los hechos presentados lo decisivo para ellos fuera considerar que este proceso era contra el PP representado por el expresidente y por eso votaron por la no culpabilidad. Humano, demasiado humano.

La crítica que se puede hacer y que escandaliza del veredicto del jurado popular, es la manifestación de que las relaciones de Camps y Costa con Álvaro Pérez, presunto cabecilla de la red en Valencia, eran simplemente comerciales. Esta manifestación se dice a sabiendas de que es mentira, pues las cintas que se escucharon, que nadie las impugnó y valen como pruebas, descubren la íntima amistad que tenían, y como el expresident le decía: «te quiero un huevo», «amiguito del alma» o «tenemos que hablar de lo nuestro, que es muy bonito», y por parte de Álvaro Pérez, la declaración de estimación al expresident: «mira si te debo», y que la esposa de Camps le dijera al empresario «eres ideal». Cuando iba a cenar El Bigotes con la familia de Camps, el otro acusado, Costa, le pedía al hombre de la Gürtel en Valencia que intercediese en su favor para que le nombrara conseller y, en otra ocasión, que le comprara 100 gramos de caviar. ¿Eso son relaciones comerciales? ¿Por qué el jurado ha tenido que mentir a sabiendas? Como el jurado popular está compuesto por personas no profesionales, no se les exigirá responsabilidad alguna. Este país se puede llenar de tontos-listos irresponsables de sus mentiras prevaricadoras.

Decía en un anterior artículo que este juicio por cohecho contra Camps nunca debió celebrarse, pues el delito de cohecho o soborno precisa de dos autores: el donante o el que da la dádiva, promesa o regalo; y el donatario, el que la recibe. En este juicio del jurado, aparece como acusado el que fuera presidente, Camps, pero no los que le dieron los regalos, y ello se ha producido porque se desgajó del proceso del caso Gürtel, que es lo importante (cohecho, prevaricación, financiación ilegal del PP, malversación de caudales públicos) lo relativo al cohecho impropio por el regalo de los trajes al expresidente, separación que nunca se debió hacer. «Puede suceder que en este juicio del jurado se falle que Camps nunca recibió regalos, y en el juicio del Gürtel se condene al Bigotes y compañía, por dar regalos al expresidente; la ley prohíbe esa situación procesal. Pero en este caso, para favorecer a Camps, se ha dividido la causa indebida y fraudulentamente».

El expresidente no se va a vender por tres trajes ni tiene competencia para contratar, se dice, solo que abrió la puerta de par en par a la trama corrupta de los Gürtel que afanó 7,2 millones de euros en contratos hinchados y troceados para El Bigotes sin concurso, pagados por todos los valencianos; o los otros 6,4 millones que la Gürtel apañó, a cuenta de la visita del Papa. Y, como responsable de su gobierno, se pagaron 15 millones a Santiago Calatrava por una maqueta y un proyecto de rascacielos jamás construido, o que entregó otros dos millones a Urdangarín por nada. Y ahora, es la Comunidad Valenciana la más endeudada, y teniendo que recibir adelanto del Gobierno central para pagar a funcionarios y proveedores, y recortando tanto los gastos sociales que tiene soliviantado al personal, con ruidosas manifestaciones.

Se pregunta María Dolores de Cospedal quién repara ahora «la honorabilidad de Camps y Costa». Pues si Cospedal suspendió de militancia a Costa, que lo reponga, y si su partido a través de Trillo presionó para que Camps presentase su dimisión, si ahora Rajoy comparte con Cospedal que Francisco Camps es inocente, honorable, y ejemplar, lo justo sería restaurarle en su puesto de presidente de la Generalitat Valenciana y que dimitiera Fabra, ¿vale?

?Magistrado jubilado