El nuevo Informe sobre la situación sanitaria de las comunidades autónomas que la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública viene llevando a cabo desde 2004, resulta demoledor para la sanidad pública valenciana, ya que un año más ocupa el último puesto en la puntuación global de 21 parámetros sanitarios que miden diferentes aspectos relacionados con la financiación, recursos, funcionamiento, política farmacéutica, listas de espera, privatización sanitaria y valoración de los ciudadanos de las 17 comunidades autónomas.

Antes de proseguir con este breve análisis del referido informe, quiero dejar bien claro que la interpretación de sus resultados la hago desde mi estricta perspectiva sociológica, ya que como usuario y beneficiario de los servicios que ofrece la red pública valenciana de sanidad, sólo puedo manifestar mi reconocimiento y agradecimiento personal y familiar por el excelente trato profesional y humano recibido, al igual que otros muchos ciudadanos, por parte de los médicos y profesionales de enfermería, tanto de atención primaria como especializada, que nos atienden. Pero ante la ausencia de datos fiables por parte del Ministerio de Sanidad y de la Conselleria de Sanitat valenciana, tenemos que apoyarnos en los anteriores informes para obtener una visión de conjunto del grado de calidad de los servicios sanitarios de las 17 autonomías, servicios que completaron su transferencia en 2001. Y dado que las políticas sanitarias de cada comunidad son bastante diferentes, los diez informes publicados por la referida federación constituyen las fuentes de información estadística más completa y fiable de que disponemos actualmente.

En la clasificación, siguiendo las puntuaciones de los 21 parámetros sanitarios reseñados, se diferencian cuatro niveles de servicios sanitarios: mejores, aceptables, regulares y deficientes. Y es en este último nivel donde viene apareciendo con la puntuación más baja la Comunidad Valenciana en 7 de los 10 informes, y en los 3 restantes aparece en penúltimo lugar, por delante de Canarias, con la que comparte la sanidad valenciana el evidente y preocupante suspenso público. Y es más, un indicador que bien podría utilizarse como el más representativo de la calidad del sistema sanitario como es el gasto sanitario per capita, ofrece el desolador e inaceptable resultado de 965 euros para la sanidad valenciana, el más bajo de todas las comunidades autónomas, que contrasta, por ejemplo, con los gastos por encima de 1400 del País Vasco y Navarra, las dos comunidades mejor financiadas. En el resto de parámetros, aun sin ocupar el último lugar, los correspondientes índices se sitúan siempre en los grupos de servicios regulares o deficientes.

Aunque en algunas valoraciones del informe que he tenido la ocasión de leer en otros medios se destaca que la valenciana es la comunidad donde ha avanzado más la gestión privada de la sanidad pública „lo que implícitamente se podría considerar como un elemento determinante de la lamentable clasificación de nuestro sistema sanitario„ no me parece que éste sea un factor de tanto peso en la clasificación final. Y es que hay que tener en cuenta que los dos indicadores que componen dicho parámetro, como son el grado de dedicación exclusiva de los profesionales al sistema sanitario público y la presencia de fórmulas de gestión privada y concesiones administrativas, sólo suponen el 2,6 % del indicador global. En cambio, mucha mayor importancia tiene el indicador referente al nivel de financiación como es el gasto sanitario per capita, que es precisamente y con mucho, el más bajo que presenta la sanidad valenciana pública y el que más peso tiene en el indicador global.

En cualquier caso y sin pretender entrar en ningún tipo de polémica sobre estas y otras consideraciones de interpretación estadística, sí me parece pertinente señalar la urgente necesidad de que la Conselleria de Sanitat haga pública cuanto antes su valoración del referido informe, y las medidas que supongo se estarán poniendo en marcha para abandonar lo más pronto posible ese bochornoso último lugar que no se merecen en absoluto los médicos y profesionales de enfermería valencianos, y la más que aceptable calidad de cuidados de salud que con su esfuerzo personal nos imparten a la población valenciana.