o creo que antes no éramos así (para lo que quiero decir, poco importan las preguntas ¿cuándo era antes? y ¿quiénes y qué dices que éramos?). No sé cuándo se jodió el Perú, Varguitas, pero aquí estamos o estuvimos esperando a Walt Disney, que el señor Lim (Piao) se quede con el club de fútbol (#Tequeremoslim), que no cierre la Ford, que se instale Ikea, que un fondo de inversión de Luxemburgo instale en este país sin fondo un centro comercial que te cagas en Paterna, que llueva el dinero del cielo inglés o árabe para construir una ciudad del automóvil en Cheste (The Garage), otro megaproyecto que te orinas... Es como si ser valenciano fuera un evento, un destino, una fatalidad, algo que nos puede ocurrir, un he aquí la esclava del Señor con las carnes abiertas, un huerto.

No voy a entrar en la discusión acerca de si la categoría casta o clase, o si el simple genérico político, son adecuados a la cosa o situación. Pero sí que hay situaciones realmente existentes que están pidiendo a gritos un concepto que las fije, aunque sea por un instante. Pongamos un ejemplo: supongamos que los malos resultados del PP en las últimas elecciones tuvieran un culpable (y no muchos); supongamos que Serafín Castellano fuera el responsable al que le corresponde un buen pedazo de la tarta de la debacle; supongamos que los irresponsables de Génova 13 exigieran alguna cabeza, preferiblemente la del responsable de la «deuda-culpa».

Supuestas todas las hipótesis anteriores, ¿qué hacen? Se reúnen y pactan un castigo o escarmiento ejemplar: nombran a Serafín delegado del Gobierno. Ahí tenemos, pues y ahora, al bueno de Serafín empoderado en la calle Colón y enchufado a la teta pública desde antes de que Isabel Bonig tomara la primera comunión. Está bien, pero ¿dónde está el castigo? No hay castigo, sino reajuste del casting o castingo. ¿Casting viene de casta o de galgo?

Una de las cosas que debemos discutir (más) es la diferencia entre responsabilidad jurídica o penal y responsabilidad política; entre otras cosas, porque no asumir responsabilidad política alguna (más que la que los votantes decidan con su bota voto cada 4 años) significa que en el ejercicio de su cargo los responsables políticos son irresponsables políticos. Entiendo las alegrías por la exculpación jurídica del vicealcalde Grau en el caso Nóos, pero, teniendo en cuenta que la pasta de los valencianos que se escurrió entre las mierdas de la corrupción es una realidad realmente real, aunque ausente, no debería dedicarse a insultar a quienes intentaban saber quién soltó la pasta, dónde está la pasta y cómo recuperar la pasta. Y es que nunca pasa nada, sin dejar de suceder sucesos.