"Todas las cosas son imposibles mientras lo parecen", decía Concepción Arenal. Y reconozco que hay veces que, mirando a nuestro alrededor y viendo el profundo retroceso que en políticas de igualdad ha ocurrido en los últimos años, bien puede faltarnos el aliento y bien podemos llegar a pensar que el retroceso va a continuar imparable. Pero esta semana celebramos el 8 de marzo, el Día Internacional de las Mujeres, una jornada que tiene ese color especial de las fechas que permiten al mismo tiempo celebrar los éxitos y reivindicar los déficit. Una fecha de las que dan fuerzas para hacer balance y mirar al futuro a los ojos.

Las mujeres tenemos mucho que celebrar, sin duda, y aún tenemos más que reivindicar. Nuestra fuerza viene de nuestra genealogía y de nuestros éxitos, del conocimiento de que ninguno de los derechos que disfrutamos actualmente nos ha sido regalado. Ninguno ha llegado con la modernidad ni con el paso del tiempo. Ha habido que pelearlos uno a uno y, como estamos viviendo con el aborto, algunos ha habido que pelearlos varias veces a lo largo de la historia porque cuando ya los considerábamos conquistados e inamovibles hemos visto cómo se nos volvían a arrebatar o cómo se nos pretenden arrebatar.

Este 8 de marzo tenemos mucho que reivindicar porque la mitad de las mujeres del mundo aún no tienen reconocido ningún derecho, porque se mantiene la brecha entre la igualdad formal y la igualdad real, porque aún no hemos conseguido sociedades libres de violencia. Tenemos mucho que reivindicar porque nos ha tocado vivir un momento complejo y difícil porque el Partido Popular lleva toda la legislatura gobernando contra las mujeres, porque estamos soportando la legislatura de la desigualdad: 162.000 empleos femeninos perdidos, una tasa de paro en torno al 25 por ciento, descenso de la población activa femenina por primera vez en 40 años, el 74 por ciento de las personas ocupadas a tiempo parcial son mujeres, una brecha salarial entre hombres y mujeres del 24 por ciento que en la jubilación llega al 39 por ciento€

Por todo esto tenemos mucho que reivindicar. Porque además de perder empleo y de precarizar las condiciones de quienes lo conservan, los sucesivos recortes y haber desmantelado el Estado del Bienestar supone que las mujeres estamos llevando sobre nuestros hombros el mayor peso de la crisis, supliendo con nuestro tiempo gratuito, ese que no se paga ni se agradece, todos los servicios que ya ni ofrece el Estado ni las familias pueden pagar. Así que, este 8 de marzo, queremos reivindicar que queremos ganar lo mismo y cuidar lo mismo. Las cifras son rotundas, por cada 100 horas de trabajo remunerado se realizan 127 de trabajo gratuito que realizan mayoritariamente las mujeres. Es hora de parar este modelo de sociedad insostenible e injusto. Un modelo de sociedad que cercena, en la práctica, la capacidad de diseñar la propia vida a la mayoría de las mujeres. ¿Es imposible? Solo lo parece.

Diputada del PSPV por Valencia