Este otoño todo puede seguir igual o traer un cambio importante a nuestro país y estado. Este otoño pueden empezar a mejorar las condiciones de vida de esa mayoría ciudadana que viene sufriendo recortes, mal gobierno, empobrecimiento, despilfarro y corrupción política, derivados de las políticas de ajuste neoliberales impuestas por el bipartidismo. La fórmula para cambiar este estado de cosas se llama Unidad Popular. Es lo que Esquerra Unida viene defendiendo, junto a otras fuerzas políticas y sociales, lo que realizan en las calles y plazas muchas mujeres y hombres más que indignados y también lo que en las pasadas autonómicas y locales logró un cambio sustantivo en algunos ayuntamientos ycomunidades autónomas.

El domingo hay unas elecciones en Cataluña marcadas por una gran movilización para recuperar la soberanía y los derechos recortados a los trabajadores y a los pueblos de nuestro país y régimen de monarquía parlamentaria. Se trata de unas elecciones en las que bajo el espantajo a favor o en contra del independentismo se esconde una doble manipulación. Por un lado, las apelaciones al miedo de las derechas empecinadas en mantener el orden y los privilegios de los de siempre; por otro, el ilusionismo de la burguesía catalana que ve en la independencia el mecanismo para enriquecerse aún más gracias al control de su propia política fiscal y de gasto público. Ambas opciones suponen más de lo mismo para las clases populares catalanas: falta de democracia, desigualdad, precarización y empobrecimiento. Pero, mediante fórmulas de Unidad Popular, si que se puede cambiar este estado de cosas.

En octubre, los movimientos sociales y políticos que defienden pan, trabajo techo y derechos para todos/as confluyen en una nueva convocatoria de las Marchas por la Dignidad, movilización que será precedida por la convocatoria europea contra los tratados de libre comercio entre Estados Unidos y la UE. Estas movilizaciones, que demuestran por sí solas el fracaso del sistema económico, serán un éxito, sobre todo, si ayudan para alimentar la alternativa política necesaria de Unidad Popular frente al poder que nos aplasta como pueblo y como trabajadores/as.

Y en diciembre, las elecciones generales dirimirán una vieja cuestión: ¿queremos que todo siga igual? Si ganan las derechas, seguirán dirigiendo nuestras vidas desde la sombra el selecto club de banqueros y grandes empresarios que llevan décadas dictándole al oído las leyes al bipartidismo gobernante. Pero también aquí el pueblo puede ganar y abrir un proceso constituyente de una nueva sociedad.

Puede ganar, agrupado en listas de Unidad Popular con un programa que ponga fin a la corrupción, al desempleo y malestar social imperantes; que instaure la democracia y las libertades sin tutelas... Es posible y tan necesario para la dignidad y las condiciones de vida mayoritarias como traer la primavera a este otoño interminable.