Repasaba, hace unos meses, en estas mismas páginas, la trayectoria de un joven universitario valenciano, de Xàtiva, que con 22 años, debutaba, el 15 de diciembre de 1962, en el Palau Vergés, de Barcelona, con el único repertorio de sus tres primeras canciones „la emblemática Al vent, Som y La pedra„ de la mano de Josep Mª Espinàs, quien lo había escuchado previamente en una tasca de Castelló. Era Ramón Pelejero, Raimon, estudiante de Filosofía y Letras en la Universitat de València.

Sólo un año más tarde de aquella actuación, grababa con Edigsa, en 1963, su primer vinilo, que incluía aquellas tres primeras canciones, junto a una cuarta „A colps„ que tendría un éxito de ventas muy destacado y una aceptación generalizada entre los jóvenes, que, por primera vez, escuchábamos expresar sentimientos en nuestra propia lengua, lo que, hasta entonces, solíamos hacer en la de Brel o Pete Seeger.

En su última grabación „Rellotge d´emocions„ presentada en La Nau, de la Universitat de València, Raimon repasa el tiempo transcurrido y canta «he passejat per València, sol, on hi ha gent que m´estima, molt, poc i gens». Es el reloj de las emociones que, desde nuestra adolescencia, no dejó de marcar momentos imborrables. El afecto, mucho, poco, nada, cosa normal para cada cual, resulta incomprensible con quien siempre nos dio tantos testimonios de amor a nuestra cultura, a lo largo de toda su trayectoria. Desde aquellas primeras canciones, impregnadas de existencialismo, pasando por Jo vinc d´un silenci „«antic i molt llarg, jo vinc d´un silenci, que no és resignat, d´on comença l´horta i acaba el secà, qui perd els origens perd identitat»„ a las interpretaciones memorables de los poemas de Ausiàs March o de Jordi de Sant Jordi.

Raimon, interpreta la poesía de Salvador Espriu, que dice: «Si la neu crema molt, més glaçava la flama». Si la nieve quema mucho, más hiela la llama. La llama de la incomprensión, que ha acompañado a Raimon durante muchos de estos años. ¿Cómo Valencia ha podido ignorar, durante tanto tiempo, a uno de sus hijos más preclaros? Raimon pasea por Valencia mientras en su reflexión sobre el tiempo transcurrido se hace acompañar, dice, por Ausiàs March, que lo deslumbra, Vicent Andrés Estellés, que lo ilumina, y Andreu Alfaro, quien lo conforta. Raimon nos dice también que tiene por toda compañía la soledad de la noche, pues, en el día, la propia sombra le hace compañía. Para nosotros, su voz y su testimonio fueron compañía de valor incalculable en estos pasados cincuenta años.

Alejandro Mañes

Lástima para algunos que así no lo comprendieran y suerte, para nosotros, haberlo así podido apreciar. Hoy, al fin, a sus 75 años, se le han reconocido los méritos, con la concesión de la Alta Distinción de la Generalitat Valenciana. Se ha roto el silencio „«jo vinc d´un silenci antic i molt llarg, de gent que va alçan-se des del fons dels segles, jo vinc d´un silenci que la gent romprà, d´una lluita que és sorda i constant»„. Gràcies Raimon.