Los populares valencianos nos encontramos en una encrucijada donde solo cabe conjugar el verbo superar. Superación para rebasar los lastres de las malas prácticas, relegando al pasado unos síntomas que la izquierda rupturista, de manera interesada, quiere asimilar a un estado de descomposición que en ocasiones evoca a los que describía Kapucinsky en El Imperio. Nada más lejos de la realidad y nada más cercano a su voluntad.

Isabel Bonig y Vicente Betoret encabezan, en sus diferentes ámbitos territoriales, una generación de políticos del siglo XXI que tienen la responsabilidad de proveer a la sociedad valenciana de un proyecto capaz de responder a los retos a los que se enfrenta la Comunitat Valenciana y de presentar una oferta que aglutine y represente al amplio espectro político al que responde el centro derecha. Esa respuesta de superación pasa por dos ejes necesariamente.

En primer lugar, una labor de renovación y reconstrucción de las estructuras que ya se puso en marcha a lo largo del período estival y que tiene en la base, que son sus afiliados, el epicentro de su acción. Son los afiliados, mediante su participación, los que tienen la capacidad de construir el futuro de la organización. En segundo lugar, un eje que pasa por la necesidad de articular un discurso que pueda sustentar un amplio polo ideológico que tenga como principal valor la libertad, que distinga entre el interés general, el que respeta el equilibrio entre lo colectivo y lo individual, del, en ocasiones, arbitrario interés público. Así como la firme defensa y promoción de la autonomía como expresión política del pueblo valenciano.

Un discurso, en definitiva, que, basado en los principios de origen, no renuncie a ampliar sus horizontes a la hora de integrar sin prejuicios posiciones ambientalistas o de profundización en los derechos civiles que ni son patrimonio de la izquierda ni tampoco tienen el origen en sus filas. Los populares, la gran casa del centro derecha valenciano, afrontamos el reto de construir un espacio amplio, con vocación mayoritaria, que represente una alternativa reformista al modelo de la izquierda rupturista que cimenta sus prioridades en función de intereses a corto plazo que más tienen que ver con alcanzar el poder por el poder que otra cosa.