En 1980 el Premio Nobel de Química, Paul Crutzen, propuso una nueva denominación para el actual período geológico que vivimos, el «antropoceno». Con este nombre quería destacar la influencia determinante del ser humano sobre la Tierra en las últimas centurias que, con su actividad intensa, ha alterado procesos físicos, químicos , geológicos y biológicos de nuestro planeta. En realidad se proponía esta denominación en sustitución del nombre que caracteriza la época más reciente de las eras geológicas, el denominado «holoceno». Recordemos que un momento histórico, un año concreto, dentro de la secuencia de períodos geológicos, en la nomenclatura científica internacionalmente aceptada, se caracteriza por pertenecer, sucesivamente, a un eon, una era, un período, una época, una edad y un cron. De manera sintética, el momento actual pertenece a la era «cenozoica» y dentro de ella, al período «cuaternario», cuya época más reciente es, como hemos comentado, el «holoceno». Pues bien, se ha entablado un debate académico sobre la conveniencia o no de cambiar la denominación de esta última época geológica para que pase a llamarse «antropoceno». Las tres últimas décadas de calentamiento térmico planetario, causado según todos los indicios por la inyección antrópica de gases a la atmósfera, ha ayudado de manera decisiva al debate y a la aparición de partidarios y detractores de este cambio de denominación. Tal vez, sea necesario aportar una reflexión. El ser humano ha sido el creador de todas las denominaciones de la escala temporal geológica. Y ahora se pretende que la línea del tiempo geológico se culmine con una denominación exclusiva del ser humano. ¿Qué pasará cuando desaparezca nuestra especie de la Tierra, si alguna vez desaparece? ¿Se acabarán las eras geológicas? Es cierto que el papel del ser humano ha sido importante e intenso en el planeta desde el desarrollo de la agricultura, pero no por eso debemos acaparar las denominaciones de grandes hitos de la Tierra con un nombre tan «humano». Conviene mirar estas cuestiones con visión amplia, haciendo un zoom y sacándonos del escenario. Además la Unión Internacional de Estratigrafía, de momento, no ha aceptado esta nueva denominación. Seguimos estando, pues, dentro del «holoceno».

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