Que no haya tenido una gran audiencia es casi lo de menos. Desde que bautizaron «Las mujeres primero» al debate femenino de Antena 3 algo chirriaba, por mucho que entidades feministas manifestaran su alegría por la convocatoria. Allí comparecieron las representantes de la nueva y la vieja política, obviando un tufo machista que en otras ocasiones ha derivado en grandilocuentes polémicas. En todo caso, desde el eslógan, yo me imaginaba al galán Arturo Fernández cediendo la palabra a las damas y no a Vicente Vallés moderando sus intervenciones.
Cuando vi a las cuatro dirigentes políticas de pie en sus atriles pensé mal y otra vez vi sombras machistas: ¿Se han combinado por colores? La casualidad no siempre existe poco y es más que sospechoso que Margarita Robles e Inés Arrimadas lucieran blusa blanca y chaqueta roja mientras Carolina Bescansa y Andrea Levy vestían de un azul muy similar. Una y una, rojo y azul, sin ningún color fuera de sitio. A la vista de las sintonías en el vestuario dudaré cuando alguna argumente que no hay manera de llegara a acuerdos. Será que, dependiendo del pacto, sí se puede.
Decía que el experimento femenino, que no feminista, no fue un éxito de espectadores ni tampoco un fracaso. Supervivientes juega en otra liga y es de esperar que un capítulo repetido interese menos que su primera emisión. Con los debates de estos comicios repetidos es previsible el descenso de entusiasmo.
Ya le pasó a Évole en su segunda vuelta electoral con Iglesias y Rivera. Aunque la apuesta de Antena 3 tenía la novedad de las voces femeninas el debate no fue muy diferente del que será el de los candidatos masculinos. ¿Acaso alguien esperaba otra cosa? La igualdad era esto.
