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Martí

El surfismo

No confundir con el sofismo, una doctrina de la primera democracia de la Grecia clásica que designaba a los sabios del buen gobierno, aunque ahora las ideas son tan sumergentes que lo importante es coger la ola buena y mantener el equilibrio.

El alcalde Ribó es un surfista. Tan sólo necesitó 31 caracteres. La definición de una persona muy próxima al edil y a la formación que lo sustenta da para una tesis de Ciencias Políticas, aunque el estudio de moda sea la demoscopia, pese a que se fundamenta más en la fe que en la razón. Desde el bautismo del surfismo como tendencia ideológica solo veo gobernantes subidos a una tabla. Tiene su cosa, porque mientras estamos centrados en analizar la flora terrestre del último año del Consell, hemos desatendido su derivada acuática. Se trata pues de aparcar un poco la botánica y bucear en la biología marina.

Ribó, como el resto de los primeros espadas de las instituciones valencianas, gobierna en coalición, una experiencia que requiere cintura de equilibrista. Eso obliga a escuchar argumentos que favorecen decisiones más amplias. Además entierra el ordeno y mando. Sin embargo, gestionar es decidir, no contentar a todos. Casos como la peatonalización del centro histórico, la reordenación de tráfico, el cambio de líneas de la EMT, la lentitud de la rehabilitación del Cabanyal o la mojigata restricción de horarios nocturnos, son algunos ejemplos de conflictos sin resolver, al que se añade la disputa taurina, como la demostración práctica de crear problemas donde no los hay. Conocida la oposición a los «bous al carrer» del sector talibán de Compromís, bastaba con cerrar el grifo de la subvención pública y permitir los festejos siempre que cumplieran con las normativas vigentes, sobre todo de seguridad.

La deriva totalitaria de la corriente animalista de una parte del ejecutivo municipal, convive con el ideario progresista del «prohibido prohibir» de algunos concejales y con la pasión taurina de otros. Y el alcalde surfeando, esquivando las olas mal intencionadas pero manteniendo el equilibrio. Igual que la consellera Montón con el ventorro de métodos muy poco transparentes en la contratación de personal sanitario; o el rompecabezas de horarios comerciales en el área de Rafael Climent; el lío de las prácticas de los universitarios privados de Marzà; y el desconcierto inclusivo en la conselleria de la vicepresidenta.

Aunque el Mediterráneo no es un mar bravo, prolifera la práctica del surf, el deportivo, que se puede practicar todo el año gracias al neopreno. Algo que desaprueban los surferos auténticos. En la Grecia clásica, con el paso del tiempo, el sofismo fue perdiendo valor entre los atenienses que empezaron a considerar charlatanes a los antiguos sabios. Platón fue el primero que criticó sus trampas dialécticas.

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