Las ciudades de clima muy frío, situadas en latitudes elevadas, son verdaderos abrigos y lugares con más confort térmico respecto a sus alrededores. Este hecho las diferencia de las ciudades de clima tropical donde siempre hay más confort térmico en los alrededores de la ciudad respecto al centro y los veranos de las zonas de clima templados donde la isla de calor provoca un incremento del riesgo de mortalidad en los centros urbanos hacia la periferia de las ciudades. Así el balance energético puede ser muy diferente durante el largo invierno, sobre todo porque en las calles a menudo se limpian de nieve para favorecer el tránsito y el efecto albedo de la nieve no provoca unas temperaturas mínimas tan bajas como en las afueras. Así la isla de calor urbana es una bendición para estas ciudades donde los habitantes tienen que soportar no sólo las bajas temperaturas, sino los fuertes vientos y la ausencia de luz y de horas de sol durante bastantes meses del año. En estas ciudades las estrategias y medidas de planificación urbana para mejorar el confort térmico son opuestas a las de latitudes medias bajas y en ciudades de clima seco y cálido.

Así mientras que en Andalucía tradicionalmente las casas son de color blanco por su gran albedo y así evitar el sobrecalentamiento de las viviendas en las ciudades cercanas a los polos el color de los tejados es oscuro para favorecer una absorción de la radiación solar y así favorecer un calentamiento de las casas. Se debe remarcar que en las urbes de latitudes elevadas el calor antropogénica generada por las actividades humanas supera la energía que llega del Sol, mientras que en latitudes tropicales y en ciudades de escaso tamaño sucede al revés la radiación solar absorbida por la superficie de la ciudad es superior a la generada por la actividad antrópica.