Según los últimos estudios publicados, los ahorros energéticos estimados con el denominado cambio a horario de verano, pueden llegar a superar los diez millones de euros por el mayor uso de luz solar y el correspondiente ahorro energético en una comunidad como la valenciana. Al mismo tiempo, y en la línea de aspectos positivos económicos generados por el cambio horario, se considera que gracias a estas mayores horas de luz disponible durante el día, el negocio del ocio y de la restauración se ve beneficiado en un país donde el turismo ya supone más del 10% de su PIB.

No obstante, más que la discusión que muchas personas centran en cuanto al ahorro real energético y las consecuencias económicas de esta medida, deberíamos aprovechar para elevar la reflexión sobre el recurrente tema de la conciliación y la flexibilidad de horarios. En paralelo a esto, deberíamos reflexionar sobre si adaptar las jornadas de trabajo a horarios más europeas. Así como en el resto de Europa, lograríamos disponer de tiempo por la tarde que poder dedicar a la familia o al ocio. En España, en las grandes capitales como Madrid y Barcelona, se han iniciado costumbres como no trabajar los viernes por la tarde. En este sentido, sería conveniente buscar fórmulas para adaptarnos a jornadas de trabajo similares a las de Europa, entrando antes a trabajar y haciendo una pausa menor que la actual para comer. Consecuencia de ello, la llegada a casa se adelantaría. Estas políticas de flexibilidad y conciliación son una propuesta cada vez más demandada por las nuevas generaciones de profesionales que en ocasiones priman su tiempo personal por encima de políticas retributivas. Si a esto le añadimos que en España aún se da cierto valor al presencialismo, al mero hecho de estar por hacer horas en el trabajo sin ser realmente productivos, lo único que ganamos con medidas como la del próximo domingo es ganar tiempo de luz en las horas que aún estamos en nuestro puesto de trabajo.

Y por eso queremos insistir también en que, junto con estas medidas de horarios más europeos, deberíamos promover fórmulas de mayor productividad entre los trabajadores españoles combinadas con medir el desempeño por resultados y no por simple presencia. Estas dos medidas unidas, horarios europeos de trabajo, junto con mayor productividad y menos necesidad de horas de presencia, facilitarían salir antes del trabajo disfrutando de luz y de una vida personal más plena .Las empresas y organizaciones que logren impulsar estas medidas de conciliación y flexibilidad lograrán una mayor felicidad de sus empleados a la vez que un mayor compromiso con ellas, situaciones que redundarán en una mayor productividad para las mismas. Lo que en un principio puede parecer una medida que únicamente favorece a los empleados se acaba convirtiendo en una medida que favorece a la misma empresa que la promueve. Este sí debe ser el auténtico debate en el que debe implicarse a todos los agentes: gobernantes y representantes del empresariado y de los trabajadores, es decir, a la sociedad en su totalidad.