Si pensamos que colocando bolardos o maceteros en plazas y calles peatonales muy concurridas estamos a salvo de sufrir nuevos atentados terroristas es que somos unos ingenuos, además, de unos incautos.

Hay mil formas de cometer un atentado. Hemos visto como para ello han utilizado hachas, cuchillos, fusiles de asalto, aviones, furgonetas, camiones ... ¿Qué haremos si se colocan un cinturón de explosivos y deciden detonarlo en un mercado abarrotado de gente?. ¿Vamos a sacrificar nuestra libertad porque estos fanáticos así lo quieren? Rotundamente, no.

No pongamos parches. La única manera de luchar contra el terrorismo islamista, combatirlo y derrotarlo no es invadiendo países, con la falsa excusa de que sus regímenes y sus tiranos poseen armas de destrucción masiva , mandando soldados a luchar a una guerra que ni les va ni les viene o colocando presidentes títeres sino rompiendo cualquier tipo de relación comercial, por ejemplo, rescindiendo la venta de armas y aislando internacionalmente a aquellos países, como Catar o Arabia Saudí, que financian y apoyan el terrorismo yihadista.

¿Por qué si se actúa con dureza imponiendo sanciones contra Irán, por ejemplo, por su programa nuclear, contra Corea del Norte, por sus continuos ensayos nucleares o contra Cuba, con un embargo internacional que sufre la isla decretado por EEUU que dura décadas, pero no se hace nada en cambio contra las monarquías del Golfo Pérsico, cuya connivencia con el terrorismo yihadista es un secreto a voces. Seguramente la clave sea otra vez, el maldito petróleo.