Aprovechando la conocida frase de los astronautas del Apolo 13, realmente mal traducida pero que ha tenido gran impacto mediático, en Houston hay un problema y no causado por los huracanes. Houston, como gran parte de los asentamientos de la costa sur de Estados Unidos está ubicada en una llanura inundable, en un área de marisma, por debajo del nivel del mar. Esa ha sido la verdadera causa del desastre ocurrido estos días. En esta ocasión el protagonismo se lo ha llevado el huracán «Harvey». En 1900 fue el huracán de Galveston, el más mortífero sufrido en época contemporánea por este país. Y así, en el último siglo, esta región meridional de Norteamérica, ribereña del Golfo de México, se ha visto visitada en múltiples ocasiones por huracanes importantes que han dejado lluvias abundantes y han inundado espacios costeros por el efecto combinado de las precipitaciones y del oleaje de ciclón tropical que amplifica el anegamiento. Hace ahora quince años se vivían las consecuencias del devastador «Katrina» en otra ciudad bajo el nivel del mar, Nueva Orleans. Ahora ha tocado a la costa de Texas y las consecuencias territoriales pueden equipararse. El «Katrina», eso sí, causó daños económicos mucho más cuantiosos. En los mapas de Norteamérica de los siglos XVI a XVIII, este sector comprendido entre las desembocaduras de los ríos Grande y Mississippi, se pintaba atravesado de numerosos cursos de agua que desembocaban en una costa baja, arenosa, repleta de humedales y que era denominada con el revelador topónimo de «costa desierta». Hoy, por el contrario, es un área densamente ocupada, urbanizada, repleta de infraestructuras de comunicación. Todo ello en zona inundable. Un espacio de elevado riesgo natural porque es paso habitual de huracanes que encuentran en las cálidas aguas del golfo de México la energía necesaria para originar estas estructuras ciclónicas tan violentas. Pero los huracanes no son la causa de los desastres que se producen allí con elevada frecuencia, sino un elemento propio y conocido de sus condiciones climáticas. Un claro ejemplo de cómo la catástrofe tiene su origen en la acción del ser humano, en la indebida ocupación de áreas que se saben inundables.