Vivo con miedo de encender la televisión, abrir el periódico, mirar las redes€ Miedo por conocer que una mujer ha sido nuevamente asesinada a manos de su pareja o ex pareja, un suceso que, por desgracia, hemos normalizado. Leo que la primera mujer asesinada en 2017 era de Madrid - si lo supe en algún momento, lo olvidé, pues pensé que me quedaba muy lejos-. Hace apenas unas semanas mataron a otra mujer, esta vez en Elda. Pienso que esta vez me pilla más cerca y que puede suceder en mi vecindario, en mi grupo de amigas, en familia€ Y pienso en todas las mujeres asesinadas a las que nunca conocí ni podré conocer jamás.

Me da rabia pensar que las 44 mujeres y 8 menores asesinados (esto son cifras oficiales, pero hay otras páginas que elevan mucho más el número: 89) han caído en mi olvido y no logro recordar ni siquiera sus nombres.

En ocasiones somos testigos de palabras desagradables, humillaciones, insultos€ Ya ni si quiera hablo de presenciar los golpes, porque la violencia machista va mucho más allá, y es en ese momento en el que no sabemos muy bien cómo reaccionar ante estas situaciones, una parte de nosotras no quiere entrometerse en la vida de nadie, pero tampoco permanecer pasiva ante los abusos. Mostrar el apoyo a las víctimas y señalar el machismo es sólo el primer paso. Concienciar a toda la sociedad de la gravedad de estos asesinatos es un objetivo primordial que debemos conseguir y que va desde la educación en los colegios a la que recibimos en casa, pero también mucho más allá, por haber sido socializadas en una sociedad machista.. Ser plenamente conscientes desde la cuna de este gran problema que sobrepasa a nuestro entendimiento y moral.

Y no hablo solo de las asesinadas, sino también de todas aquellas mujeres valientes que han logrado sobrevivir, víctimas que escuchan en la calle como son juzgadas, lecciones de cómo deben sentirse por cómo han actuado, pensado, hablado o por cómo han vestido ante una manada o ante "lobos solitarios".

Estas mujeres sentirán terriblemente mal en muchas ocasiones, pero no olvidan lo que es reírse a carcajadas y ser felices, porque para ellas lo más importante es que han sobrevivido sabiendo que muchas otras no pueden decir lo mismo.