No a los circos con animales. No a que los colegios públicos y privados incluyan en sus actividades extraescolares la asistencia a espectáculos donde no se respeta el bienestar animal. No a la esclavitud de por vida para seres comprados, alquilados, torturados y forzados a realizar cosas impropias a su naturaleza, que mueren o tiene que ser sacrificados por el maltrato sufrido. Animales sociales: primates, leones, cebras, loros y guacamayos, jamás se relacionaran en manada o bandada. "El zíngaro decía al oso: -¡Haz el borracho Nicolaaás! Y el oso se revolcaba por el suelo. A duros cadenazos, volvía el gitano a levantar al oso y lo retiraba. Luego trabajaban el mono, el camello y la cabra. Casi nadie se detenía, porque era un espectáculo triste y aburrido", ("Alfanhuí", Rafael Sánchez Ferlosio).

Animales asustados, doloridos, tristes, mermados en sus instintos territoriales y de apareamiento, entran a forma parte de una rueda de comercio y explotación, donde lo que importa es que el negocio funcione. Son las nuevas generaciones las que concienciadas, pueden evitar tales abusos e incultura. "Hay otras formas de ilusionar al público manteniendo la magia del circo, sin utilizar animales salvajes", declaraba Myriam Garrido responsable de comunicación del centro de rescate AAP Primadomus (Villena), en su intervención radiofónica en el programa "Mis queridos animales" (97.7 FM). Existen tres problemáticas de urgente solución concernientes a los animales salvajes: el tráfico ilegal, el maltrato en la industria del entretenimiento y el mascotismo; con respecto a este último punto añadía Garrido: "He visto gente en Alicante con leopardos y tigres en su jardín". Gente popular trasladan un mensaje nefasto teniendo animales salvajes en cautividad. Garrido en su exposición, también informó que "según la Federación Europea de Veterinarios, los animales salvajes no deberían estar en los circos por cuestión de itinerancia". En manos de profesionales sanitarios también está el impedir que tales tenencias se validen.

Cada vez son más los circos buenos que retoman las artes, belleza y espectacularidad de programaciones con trapecistas, malabaristas, funambulistas, hombres bala, números con personajes de series infantiles, saltadores, ciclistas acrobáticos superhéroes, contorsionistas, antipodistas, música, coreografía, títeres, ilusionismo. Circos sin animales que se han reinventado. Circos buenos en los que prima la elegancia, emoción, risas y color. "Los teatros ambulantes fueron una fuente de ingresos para muchos artistas de variedades, la mayor parte en paro. Las funciones de esos teatros-circos comenzaban a las cuatro de la tarde y había días que se hacían ocho, la última a las cinco de la madrugada. Las vedettes valencianas Mary D´Arcos y Bebé Palmer vivieron varios años bajo la carpa de esos teatros en una etapa ya madura de sus respectivas carreras", ("Crónica rosa de España", Hilario López Millán).

Si en Valencia aún se instalan circos malos, los que utilizan animales, es por los vacíos legales existentes para su prohibición absoluta, y por ahí se cuelan los trapisondistas. Intereses políticos, tal parece, aplazan dictámenes rotundos contra la utilización de animales en escenarios circenses y de otra índole, muestra palpable de un desdén censurable. Tales desidias son acicate para empresarios, morosos probados, que campan en temporada alta, plantando su carpa en zonas sin potestad consistorial. Si la normativa estuviese fijada de nada servirían excusas. Circo malo que se beneficia de reconocidos logotipos empresariales, ¿con, o sin permiso? para respaldar su negocio. "Que un animal esté en un circo, ¿qué te aporta a ti? Es puro postureo para sacarte una foto", esgrimía en las ondas la representante de la fundación AAP de matriz holandesa.

Existen chaqueteros que cuando les conviene defienden posiciones, para más tarde desdecirse, recalcando que son los únicos con "un espectáculo de circo con animales al 100%", señalándose del resto del sector, mentalizado y respetuoso, que programa sin utilizar fauna salvaje. "El Circo de los Valencianos (¿denominación acreditada?): Tigres Reales de Bengala ("El tigre de Bengala en peligro de extinción. El gobierno indio había advertido que la situación del tigre de Bengala era crítica"; recoge la web: Ecología Verde). Cocodrilos ("necesitan factores ambientales para vivir: humedad, salinidad aceptable del agua y sol en largos periodos del día") y Serpientes Gigantes del Nilo África. Los Caballos Dorados de Przewalski ("Corren peligro de extinguirse. Una de las mayores amenazas es la hibridación con los caballos domésticos", expone la revista Teorema Ambiental), y Poneis (ponies) Toy Shetland de Noruega. Loros y Papagayos a vuelo libre. Una gran compañía, la cultura de Valencia" (¿el maltrato y manipulación animal es "cultura de Valencia"?). Tigres, caballos, cocodrilos, aves tropicales y lo que se precise, para ser el que más dinero gane y liderar ventas. "Liderazgo: el producto es único", apunta el director gerente de Griker& Asociados, psicólogo industrial Ricardo Esteban Plaza en su obra dedicada al comercio.

"Tenemos el permiso para ocupar suelo privado, licencia de actividad privada, así como los informes positivos del Seprona y los certificados veterinarios que corroboran que tenemos a los animales en buen estado. Este circo es cien por cien legal" ("Levante E.M.V.", 16/11/2017) declaró el empresario que, dos años antes, se convertía en adalid de la defensa animalista: "Eduardo Belltall del Circ de Nadal, explica que antes subcontrataban algún número con animales, pero "ya nos hemos adaptado y ya somos un circo sin animales. Es mejor que no haya", ("Las Provincias", 29/07/2015). Jugadas tramposas disfrazan abusos. Los leones, tras años de encierro, al ser reintegrados a un estado de libertad, ni rugen. Es tras laboriosa y concienzuda rehabilitación, cuando ese rugido, capaz de ser oído a ocho kilómetros a la redonda, se escucha nuevamente. Tigres (significa flecha por su velocidad), leopardos, pumas, tienen los cuartos traseros atrofiados por su vida carcelaria. Elefantes dominados por el terror hacia el bullhook, gancho que se entierra en su carne, braman de miedo ante el público cuando se lo muestran; el bullhook lo clavan detrás de las orejas, dentro de los oídos, boca, alrededor del ano, bajo el mentón y alrededor de los pies, "un elefante había sido enganchado tan severamente que goteaba sangre sobre todo el suelo de la arena durante el espectáculo. Elefantes bebés amarrados y electrocutados son obligados por los entrenadores a aprender trucos. Dispositivos manuales, mecánicos y químicos tienen el propósito de causar dolor y sufrimiento". ("petalatino.com").

Vicente Muñoz Puelles en su libro "El último deseo del jíbaro y otras fantasmagorías" dedica un capítulo a Ota Benga, un pigmeo capturado por esclavistas que fue comprado en un mercado de esclavos del Congo Belga, "Samuel Phillips Verner, explorador, misionero, antropólogo y hombre de circo, que estaba reuniendo un grupo de pigmeos para mostrarlos en la Feria Universal de Saint Louis lo había descubierto. Verner condujo a Ota Benga a Nueva York y se lo enseñó a William Temple Hornaday, director del zoo del Bronx. Decididamente partidario de la exhibición de ejemplares humanos, instaló al joven pigmeo en el bullicioso pabellón de los monos. Ante su jaula bullía siempre una multitud hilarante. Satisfecho Hornaday aumentó su ración de fruta y le proporcionó un chimpancé como compañero de recinto." Hornaday, ante las críticas y censuras de la sociedad "se defendió como pudo, explicando que se trataba de una muestra educativa"; Ota Benga, de un metro treinta y cinco centímetros de estatura, en los barrotes de su jaula tenía un cartel que ponía: "Prohibido escupirle y darle de comer·"; cuando pudo se hizo con un revólver y se disparó en el corazón.

Defender la libertad es hacerlo para con todos los seres vivos. Respetando sus morfologías, sus necesidades, sus entornos. "Resulta un pequeño alivio saber que hay algunos particulares y algunas instituciones que consideran que la labor de salvación y refugio de estos animales hostigados tiene alguna importancia ("Animales en general", Gerald Durrell).