Maginemos que en un bosque quisiéramos coger las setas. Y para ello utilizáramos un sistema que arrancara los árboles, el sotobosque, matara a los animales, arrasara las rocas y el sustrato y con él, las setas. Que luego se tirara todo por la borda menos las setas que es lo que nos interesa. Esto, que a todas luces es una salvajada sin sentido, es lo que se hace en el mar y se denomina pesca de arrastre.

Todo lo que rodea el mundo del arrastre es desconocido y cautivo. Incluso para los científicos. Y las consecuencias de su impacto, muchas veces también. Recientemente los científicos han podido demostrar cómo la eliminación de competidores con dietas similares, tanto de la misma especie como de otras, y la disminución de sus principales presas (efectos conocidos de la pesca de arrastre pero que hasta el momento se habían estudiado por separado) modifican la dieta de las especies comerciales, afectando en última instancia a su condición corporal. La condición corporal se utiliza como un indicador de la cantidad de energía almacenada por un individuo y puede considerarse una medida de los sucesos físicos y biológicos que le han ocurrido a un pez durante algún período de su vida.

La importancia de este estudio radica en que, hasta el momento, existen pocos trabajos que analicen de forma directa y simultánea la respuesta de las especies explotadas a los impactos de la intensidad de pesca de arrastre sobre la disponibilidad de sus presas, los cambios que se producen en su dieta, las consecuencias secundarias que estos cambios tienen en su condición corporal y cómo estas respuestas modifican la señal isotópica de 13C y 15N del músculo.