El escritor francés Víctor Hugo escribió a mediados del siglo XIX que València era la ciudad de los 300 campanarios. El ilustre viajero Alexandre Laborde habla con profusión del Reino de València del que destaca la habilidad de sus hombres para montar en pelo a los caballos y su destreza en el juego de la pelota.

En la València del mil ochocientos cuatro eran los trinquetes en uso: el de la Encarnación, el Real, la Raqueta y ya fuera de las murallas el de Vilanova del Grao. El trinquete del Real se inauguró en 1734 junto a la Puerta del Real y dependía del Hospital General. El trinquete fue derribado en 1836 y reconstruido en 1853 para finalmente ser demolido en 1865, coincidiendo con la demolición de las murallas de las ciudad.

Estos cuatro trinquetes tenían usos distintos y públicos diferentes. El de la Encarnación y el Real estaban en manos religiosas, el de la Raqueta estaba a espaldas de la Casa de los Duques de Gandia, hoy sede de las Cortes Valencianas por lo tanto era un trinquete reservado para una selecta concurrencia, y el del Grao atendía a pescadores y estibadores.

La desamortización de Mendizábal a partir de 1836 abrió la ciudad al capitalismo y al progreso de la burguesía. Hablar de capitalismo es hablar de deporte, ambos conceptos se necesitan. Capitalismo pide resultados, beneficios, inversiones, mediciones. El deporte como negocio es un productor directo de esta filosofía económica. En este sentido hay que recordar que València fue la segunda ciudad más industrializada de España en la segunda mitad del siglo XIX, solo superada por Barcelona. Hecho que va a propiciar la apertura de salas de esgrima, picaderos, gimnasios y trinquetes, todo ello concebido para una burguesía que quiere incorporar los hábitos higiénicos que vienen de Europa.

El trinquete del Real tenía que ser una fuente de ingresos que paliara la deficiente situación de los enfermos del Hospital. Por este recinto deportivo jugaron a escalera, a largas o al rebote el Paler de Torrent, Bota de Cullera, Moya o el Chatet, entre otros muchos. También el recinto sirvió para contemplar exhibiciones de lucha greco-romana, y compañías de acróbatas.

En el plano de València de Francisco Ferrer de 1831 se ve claramente como el trinquete estaba adosado a la muralla de València y la configuración del mismo. El fin de este trinquete coincide casi con el fin del reinado de Isabel II, marcado por la corrupción, los escándalos en sexuales en la Corte y el agiotismo que hoy llamamos especulación. La revolución de septiembre 1868 se llevó por delante a esta reina de la familia de los Borbones. Un mes antes el 20 de agosto de 1868 se inauguraba el trinquete de la gallina, pues en este emplazamiento había un tiro a la gallina, años más tarde será conocido como el trinquete de Pelayo por estar ubicado en esta calle. Este año se cumple precisamente el 150 aniversario de esta imponente cancha deportiva.