Las tormentas de los últimos días, ya a finales de primavera, están aliviando la sequedad del medio natural en zonas del ámbito mediterráneo con un acusado déficit de precipitaciones. Por ejemplo, algunas áreas del territorio valenciano presentaban este mes de mayo paisajes completamente agostados, tanto por la falta de agua como por el incremento de las temperaturas medias. De hecho, la tendencia térmica en ascenso se sigue manteniendo, como anunciaban las previsiones de cambio climático. Un estudio dado a conocer recientemente por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) revela que la pasada década (2008-2017) fue la más cálida del continente desde la época preindustrial. El promedio térmico de los pasados diez años ha crecido 1,6 y 1,7 grados centígrados, aunque 2017 fue más frío que los tres años precedentes en Europa. Uno de los indicadores de este balance muestra que el número de días cálidos se ha doblado en el territorio europeo desde 1960 a 2017. A nivel global, como recuerda la AEMA, los 17 años más cálidos a nivel global se registraron a partir de 2000, en concreto, 2015, 2016 y 2017. Esta agencia, asesora de la Comisión Europea, advierte que los peores escenarios de emisiones de efecto invernadero advierten que la temperatura de la superficie terrestre puede alcanzar los 4,8 grados al final del siglo XXI.