Abuso sexual de niños y menores, practicado por adultos. Al menor se le utiliza como objeto sexual. Y la víctima en este caso, en principio no sabe ubicarlo, queda bajo un estado de gran perplejidad, ya que ha sido un golpe para su integridad tanto psicológica como física, de lo que no ha podido ni sabido defenderse. Por ello es urgente que se informe a los menores y se les anticipe para estos posibles daños y así puedan avisar a los adultos más íntimos. Es cierto que la mayoría de las veces no se suelen creer que sea un familiar o persona cercana y de confianza el que esté abusando, el pederasta. Estas prácticas suelen ocurrir en todas las clases sociales y culturas, en realidad es un problema de la humanidad. Aunque en la legislación internacional se considera un delito grave, a veces es muy difícil identificarlo y juzgarlo, no obstante cuando un adulto lo ha vivido y lo dice, en general suele ser verídico. Se cree que en los pequeños ocurre lo mismo, es fiable, exceptuando sólo un porcentaje, aproximadamente el 7 % que no suele ser cierto.

La relación de abuso suele ser del adulto con poder, conocimiento y control sobre el menor, indefenso y que está siendo engañado y abusado por parte de la persona superior. También pueden ser menores abusando de otros menores. Los pederastas suelen ser principalmente hombres de vida normal. Los rasgos comunes que pueden presentar son neuroticismo, introversión, inmadurez, infantilismo y a veces también padecen varios trastornos. Entre otras circunstancias, es frecuente que tengan personalidad obsesiva, dependencia alcohólica, consumidores de sustancias tóxicas, personalidad antisocial, suele darse el caso de que el pederasta ha sido abusado durante su niñez. A veces buscan profesiones relacionadas con la infancia y adolescencia, como educadores, maestros, entrenadores deportivos, cuidadores de guarderías, aunque no necesariamente. Puede ser una persona aparentemente normal, de una familia o amigo y que aparece como de los conocidos del menor. Una encuesta realizada por la doctora I. Interbi desvelaba que el 42,5 % eran los padres biológicos. Los familiares cercanos como hermanos, tíos, primos, abuelos, el 23,7 %. Con el 17,5 % están los conocidos no familiares, y el 13,8 %, los padrastros, ya que ha habido un aumento en las últimas décadas, de la nueva pareja de la madre, después de la separación, siendo éste el que abusa de la hija o hijos de ella.

El proceso de abusos se desarrolla en un primer momento seduciendo al menor mediante regalos y preparando el escenario. Pasando a los toques sexuales con caricias en las zonas eróticas y pretendiendo ir a más. Después intenta el secretismo, que consigue con amenazas de que si cuenta algo le matará, o matará a los padres. Y a partir de ahí no le queda más remedio a la víctima que consentir, por el terror a que se cumplan. La fase de divulgación, en muchos casos no se produce, permaneciendo en secreto. Y cuando sí ha ocurrido, en la fase de represión, para intentar buscar el reequilibrio familiar, disimularlo negando. En la línea de los abusos sexuales, están la pedofilia o paidofilia, que es la seducción y atracción sexual y erótica que siente un adulto hacia niños o adolescentes. La pedofilia en principio es una tendencia y a veces puede llegar o no a la práctica, que sería ya pederastia. La pornografía infantil es un conjunto de imágenes de niños, bebés y menores argados de sexualidad. Turismo sexual infantil, que tiene como objetivo facilitar el sexo con menores, en países donde se permite la explotación de la infancia. Y además está creciendo la práctica de la ciberpederastia, lo mismo, contenidos de sexualidad infantil, películas, videos fotos, en internet, móviles. Para poseerlo o para traficar con ello. Peligrosamente este drama está creciendo exponencialmente en estos últimos años.