Por primera vez en bastantes días, ayer amanecimos con el mapa de avisos de riesgo meteorológico de Aemet con toda España en verde gracias a la estabilización de la atmósfera y la desaparición de las tormentas, aunque me temo que este fin de semana volveremos a ver en ese mismo mapa algunas zonas en colores amarillo o naranja. Un buen consejo, en cualquier caso, es consultar con frecuencia ese mapa en la web de la agencia meteorológica (www.aemet.es), porque es habitual que haya cambios a lo largo del día. Aquí la predicción se combina con la vigilancia meteorológica, ya que en esta época del año las situaciones atmosféricas pueden cambiar repentinamente con la aparición de núcleos de tormenta que se forman muy rápidamente y generan un escenario de riesgo. La gente del campo y de muchos pueblos españoles está acostumbrada a que tanto en septiembre como en agosto pueda caerles una buena tormenta acompañada de granizo y, en cambio, a sólo cinco kilómetros de allí no ha llovido ni gota. Pero, como ya comenté la semana pasada, de septiembre a noviembre estamos también en una época complicada en muchas zonas de España, especialmente en las comunidades del Mediterráneo, donde ya no se trata únicamente de tormentas vespertinas locales, sino que pueden formarse verdaderos temporales que afectan a zonas más amplias, como una provincia o varias comunidades autónomas.

Y, por ello, es necesario estar atentos a la información meteorológica de forma continua, con el fin de conocer si se han activado avisos de riesgo donde antes no los había a causa de un cambio de situación o de la intensificación de células con gran actividad tormentosa y que se desarrollan rápidamente, algo típico del final del verano y los meses otoñales. Además de los avisos de riesgo, en la web de Aemet un recurso muy útil es el de la red de radares meteorológicos, que nos informa casi en tiempo real de aquellas zonas en que se está produciendo precipitación, su intensidad y el desplazamiento que describen. Gracias a ello se puede conocer una hipotética inminencia de riesgo de lluvias torrenciales o granizo. Estar informado es la clave de una buena prevención, lo cual es válido para todas las épocas del año, pero ahora, en otoño, resulta imprescindible.