Durante los últimos días se ha vuelto a poner de manifiesto la tremenda dificultad que supone hacer una previsión en situación de chubascos y tormentas localmente fuertes asociados a gota fría, incluso a pocas horas vista. Tras la decepción de la semana anterior, de nuevo cada modelo preveía una situación totalmente diferente en lo que respecta a acumulados, distribución o el carácter general o dispersos de los aguaceros. Y ese es el trabajo que no se ve, ¿qué debemos hacer los meteorólogos y climatólogos si cada mapa señala algo distinto? Hago esta reflexión porque de nuevo ha habido duras críticas para AEMET, meteorólogos y aficionados, y en muchas ocasiones se desconoce todo el seguimiento y trabajo que hay detrás. Además, no hay que olvidar que los avisos indican probabilidad y no certeza, y que las previsiones no pueden corresponderse con la realidad. De todas formas, a pesar de no haber llovido tanto como se esperaba, en los alrededores del Cabo de Gata se han recogido casi 150 l/m2, prácticamente su media anual, mientras que en muchas zonas del sureste las lluvias han sido casi generales, cayendo de forma moderada.

Ahora la inestabilidad se retira poco a poco, y nos encaminamos a la segunda quincena de mes, y todo apunta a que el Veranillo de San Miguel se dejará sentir, ya que los mapas prevén que las altas presiones se centren sobre la Península Ibérica, por lo que volverá el tiempo de sol y moscas, e incluso en algunas regiones puede volver el calor, con máximas de más de 35ºC. La evolución de los centros de altas presiones es mucho más sencilla de prever a largo plazo, y aquí probablemente acertarán las previsiones, pero de eso nadie se acordará. Es lo que tiene el mes de septiembre, que seca las fuentes o arrasa los puentes.