La ultraderecha española ha ocupado un espacio político que durante muchos años estuvo oculto. La derecha política y mediática ha llenado su discurso contenidos simples, de problemas falsos o sobredimensionados y con soluciones sencillas. El rechazo a la inmigración, a la diversidad, al feminismo y a la política representativa han sido ideas agitadas por una derecha que, desde los tiempos de Aznar, no se ha visto representada. La crisis económica, territorial y de representación han dado un espacio claro a estas ideas, que alarman a la ciudadanía demócrata.

Lo que representa Vox no es anecdótico. Su posible éxito no se debe analizar en base a sus militantes o su capacidad para llenar un espacio determinado, sino la contaminación a los valores democráticos. La debilidad de las convicciones democráticas de las otras derechas, extremadamente electoralistas, es lo realmente alarmante. La ultraderecha ha vuelto para ensalzar viejos prejuicios que calan en su mensaje populista y demagogo.

La alerta de un resurgir de las ideas conservadoras que se oponen a la globalización, a las diversidades y al progreso, está activada. El problema ya no es solo propiedad de las formaciones de Le Pen o Salvini, el fenómeno se ha manifestado en el seno del Partido Popular Europeo. El gobierno húngaro, presidido por Orbán, ha sido sancionado por la Unión Europea por autoritario, perseguir las libertades e impedir una oposición democrática. Orbán comparte bancada con el PP de Casado, que de hecho se negó a condenarlo.

La ciudadanía demócrata tiene ahora el reto de demostrar sus convicciones: la libertad, la igualdad y la diversidad. Ante los que atentan contra las libertades no hay lugar para la equidistancia. En una sociedad que tiene la libertad por bandera hay espacio para todos y todas desde el respeto. La libertad de la democracia se puede adaptar a los cambios sociales y generar nuevos espacios. El ultra conservadurismo persigue el progreso y lo condena, quiere convertir los prejuicios eternos. Ante las ideas que nos vende la extrema derecha, seguiremos dando la batalla al prejuicio y luchando por hacer de la diversidad un valor, más si cabe, constitucional.